No es cierto que con el segundo hijo ya todo es más fácil, pues cada bebé tiene su personalidad y nosotras también cambiamos ¿o no?
¿Es verdad que el segundo hijo es menos fotografiado? Naaa. ¿Menos consentido? Naaa. ¿Que se le da más libertad? Mmm tal vez.
¿A ti cómo te ha ido con el segundo hijo?
Esta semana hablaré de mi experiencia como madre por segunda vez, y sobre un par de mitos y realidades alrededor del tema.
Básicamente es volver a aprender lo que quizá ya habías dejado en el olvido porque no es verdad cuando te dicen ‘Ahora va a ser fácil, total, ya le sabes ¿no?’ ¡No es verdad! Y menos después de varios años.
Mi pequeño llegó hace 7 meses; 7 años después del primero, y vaya que hemos visto diferencias entre primer y segundo caso.
Hace poco me caché haciendo algo que juré JAMÁS hacer: me caché comparando a mis hijos.
‘Es que Patricio a la edad de Dante hacía tal y es que Dante ya hace tal y Patricio hasta el año…’. Etcétera.
Sí, claro, todos los niños tienen sus procesos y tiempos pero algunas veces es inevitable compararlos.
Como ya había mencionado en una columna anterior, Dante llegó a hacer una revolución a la casa pero con una familia con mayor estructura, lo cual ayudó mucho pues llegó justo al inicio de la pandemia.
No es verdad que como ya tuvimos un hijo, ahora tenemos mayor experiencia y todo resuelto. Al contrario: yo siento que estoy empezando de cero.
Dicen que el segundo hijo será un poco más resistente a muchas cosas, que le das un poco más de libertad y como ya aprendiste con el primero, el segundo probablemente viva un proceso de enseñanza-aprendizaje más relajado.
¡Aja sí, cómo no!
Yo estoy experimentando lo opuesto a esa teoría; mi experiencia con el primero no es tan útil con este bebé.
Dante me está convirtiendo después de 7 años en una mamá primeriza de nuevo.
Es verdad que tolero que el hijo mayor lo bese constantemente sin llegar a la exageración. Hoy prefiero que reciba un beso salivoso de su hermano a que no lo bese por miedo a que se ensucie o se enferme.
Está alimentándose con el método papillas y BLW (Baby Led Weaning o alimentación dirigida por el bebé), que le permite explorar sus alimentos y así reconoce qué come, sin la obsesión aquella de limpiarlo cada 2 cucharadas .
Tolero que juegue con varias texturas naturales; lo tapo menos al salir al exterior.
La sorpresa ahora es que estoy viendo de manera más consciente sus procesos. El gateo, por ejemplo, es nuestra meta a corto plazo. Patricio la saltó y nadie me dijo lo importante que sería más adelante.
No siento culpa, pues también hemos disfrutado de cada etapa de Patricio y lo seguimos haciendo. Físicamente son muy parecidos pero tienen personalidades distintas.
Otra cosa sobre la que he reflexionado al comparar mis dos embarazos es la importancia de la nutrición del pequeño desde la gestación.
El primer embarazo lo pasé trabajando y estresada; comía poco o mal y mi hijo nació débil de los pulmones. De hecho, se ha enfermado de bronconeumonía 3 o 4 veces en su vida. Él es más selectivo con sus alimentos.
En el segundo embarazo fui muy poco tolerante a la proteína animal, así que la mayoría de mis alimentos fue vegetales y frutos. Yo ya no sé si Dante los deseaba así desde la panza o yo se lo inculqué; pero hoy eso es lo que come: le gustan.
Asimismo, estuve acompañada de terapias alternativas, mucha paz y estabilidad emocional durante este embarazo.
En la salud también las cosas han cambiado mucho desde hace 7 años. El doctor que atendió a Pat pasaba por alto algunas recomendaciones y no fue sino hasta ahora, con la pediatra de Dante, que pude hacer la comparación entre médicos, pues ella es de una nueva generación de doctores; sus métodos son un poco más adaptados al bebé, y su conocimiento es integral. No sólo es pediatra: además te acompaña en el proceso de lactancia y ahorita llevamos incluso un plan nutricional con Dante, quien no presenta problema ni pulmonar ni de crecimiento ni de absolutamente nada.
Me sorprende que sea supertolerante a todos los alimentos. Ya ha consumido un gran número de frutas y verduras durante dos meses y le ha ido superbién.
Nunca se me ocurrió llevar a Patricio con un nutriólogo y mucho menos yo ir con un asesor de lactancia.
Hay tantas cosas que estoy por experimentar… Me emociona tanto ver cómo se desarrollan mis hijos con el amor que les tenemos todos. Jamás dejaré de mencionar lo agradecida que estoy con mi familia, porque nada de esto sería posible sin su ayuda.
Pero en conclusión, ya sabemos que nadie nace sabiendo ser madre o padre, pero con cada hijo vamos a ser primerizos porque cada uno llega con una torta distinta bajo el brazo, además de que, como dice el filósofo Heráclito: no nos bañamos dos veces en el mismo río.
Cuestionemos los posibles mitos urbanos sobre que el primer hijo es el más inteligente; que el hijo sandwich sufre o sobre la maldición que siempre perseguirá al más pequeño, solo porque recibe la ropa y los juguetes de sus hermanos. Al hacernos conscientes de los procesos de cada hijo, siempre aprenderemos cosas nuevas, de la maternidad y de la vida en general.
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