La otra vez que procastinaba en Instagram encontré una frase bastante motivacional, y eso que estoy en contra de todas esas quotes que dotan al humano de un ego más grande del que de por sí ya tiene, bueno que perdió dos rayitas durante la pandemia, después de darse cuenta de que ‘él, tan invencible’, no pudo combatir un virus, que parecía inofensivo porque solo ocasionaba una simple gripita. En fin, la hipotermia.
Como les decía, dentro de mi feed de Instagram apareció, casi como un rayo de luz en medio de las tinieblas de una cuarentena que ya quiero que termine como muchos otros, un texto que decía ‘Y tú, ¿en qué miedo descubriste que eras valiente?’.
No les voy a decir que me sentí todopoderosa, pero estas palabras me llevaron a indagar en el perfil de quien las publicaba; una página de empoderamiento femenino y estilo de vida como muchas otras, pero lo importante fue que terminé reflexionando si alguna vez había prevalecido más mi coraje que mis miedos y traté de viajar al pasado sin auto DMC-12 ni Marty Mcfly de compañero.
Los juegos mecánicos
Siempre ha sido mi mayor miedo los juegos mecánicos, aunque disfruto mucho de los parques de diversión y me he subido al Batman The Ride, Kilahuea y hasta a La Medusa de Six Flags México, pero lo cierto es que lo hago por mero intento de demostrar valentía porque no soy como otras personas que gozan el viaje y salen sonriendo en las fotos, o sea, mi cara es literalmente de terror; sin embargo, aun así lo hago.
Películas de terror
Siempre veo películas de terror porque me encantan, pero lo cómico es que en las escenas donde salen los monstruos, fantasmas o demonios con caras horribles, me tapo los ojos y es que desde que vi El Aro cuando estaba pequeña, nada volvió a ser lo mismo. Me llena de pánico que me salga un espanto de repente en la película y lo irónico es que sigo viéndolas, como si me retara a mí misma a pesar de que siempre pierdo la batalla porque me sobresalto y prefiero seguir cerrando los ojos.
Running
¿Khé? Sí, la verdad es que yo pertenecí al equipo de atletismo durante toda la primaria y tuve que dejar de practicar este deporte porque me daba gastritis antes de una competencia, pues sentía que tenía el peso de ganar sobre mis hombros. A veces decía ‘en un equipo de futbol o básquetbol todo depende de más integrantes, no de uno’ y me ponía muy nerviosa eso de no dar mi máximo esfuerzo, desmayarme por los nervios o vomitar, como le pasó a varios compañeros.
Cuando entré en la adolescencia, seguí corriendo, pero para mí misma, como hobbie, (45 minutos en los que mezclaba el trote con la velocidad al mismo tiempo que disfrutaba del aire en mi rostro), y no porque tenía que ganar un trofeo o representar a mi escuela en competencias estatales.
A mi cuerpo
La verdad es que es un miedo muy común en la mayoría de las mujeres que conozco, pero la culpa es de la publicidad y mercadotecnia que nos hace creer que el ideal son los runaways de Victoria’s Secret o algo similar, omitiendo el pequeño detalle de que para que las modelos luzcan así de esbeltas y perfectas, se mantienen en ayuno durante un día y ni siquiera pueden tomar ningún líquido unas horas antes del show.
Siempre tuve miedo a verme muy delgada o sin la forma erotizada que nuestra cultura de antaño nos impone, así que recurrí al gimnasio para tonificar mi cuerpo y practicando este deporte, encontré otras disciplinas más beneficiosas y menos banales, como pilates.
Miedo a perder a las personas
Todos hemos llegado a un punto en el que te da miedo perder una amistad o una relación, pero lo que se aprende con el tiempo, cual viejita que soy, es que hay que respetar los tiempos de cada uno y no justificar los deseos de forma arbitraria y deshonesta, pues en el fondo solo nos regimos bajo nuestras propias ideas. Si te peleaste con alguien o si tuvieron diferencias, siempre es bueno hablar, pero hay que esperar a que llegue el momento.
En fin, no terminaría esta columna nunca porque mi lista de miedos es bastante larga y la verdad es que no tengo claro sí soy valiente o sigo siendo terca y miedosa, pero supongo que esta pregunta también te marcará a ti en algún momento de tu vida y por eso quise compartirla.
Esta columna fue publicada originalmente en El Diario de Finanzas.
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