Todos hemos estado relacionados con una situación de violencia en algún momento de nuestra vida; siendo agresores o víctimas, pues podemos ser agredidos o agredir en casa, en el trabajo o en los círculos cercanos donde nos desenvolvemos.
Sin embargo, ¿te has puesto a pensar en el costo anímico, la inversión de tiempo, dinero y esfuerzo que conlleva meterte en una situación de este tipo? Denunciar nunca será un pecado y menos ahora que la cultura de levantar la voz ante las injusticias se esparce a las viejas y nuevas generaciones, pero algunas veces representa algo más que liberar tu interior y obedecer una tendencia.
Por ejemplo, recientemente sufrí la agresión de un ‘empresario’ que se acercó a la compañía donde trabajo pidiendo ayuda y no le pareció el método empleado; se le ofreció una disculpa inmerecida, pero todo empeoró porque la respuesta fue violenta e irrespetuosa, tachándome de miles de cosas muy fuera de lugar, mediante un audio ruin que pude haber viralizado, apoyada por los directivos de la compañía. Pero pensar en ello me quitó la tranquilidad.
Pensé en si valía la pena enfrascarme en un pleito: vivir las consecuencias de los dimes y diretes porque, siendo honestos, mucha gente, como Harvey Weinstein, quien sigue defendiéndose de las acusaciones de abuso sexual de varias actrices, antes de admitir que está equivocada, prefiere autojustificarse e iniciar una lucha encarnizada.
En fin, imaginar el berrinche que haría un señor mucho mayor pero menos maduro me hizo valorar el tiempo y la energía que estaba dispuesta a invertir en ese tipo de pelea y terminé reflexionando sobre dos temas que les quiero compartir.
Costo económico
En primera, cuánto gasta la gente en procesos legales, pues de acuerdo con Mis Abogados, la oferta y demanda no regulan los precios de los abogados porque ‘los consumidores de servicios legales fallan en cotizar y comparar perfiles’, pues un usuario común sin conocimientos sobre esta área no puede saber si un abogado es igual o mejor que otro, así que estos muchas veces cobran con base en el perfil del cliente, más que el problema en sí.
Un abogado podría cobrarte 100 pesos por algo mientras que otro ‘más abusado’ te haría lo mismo por 500, según Mis Abogados.
Y es que en esta época puedes denunciar hasta el acoso cibernético, como los insultos electrónicos o el hostigamiento, entre otros, a la Policía de Ciberdelincuencia Preventiva.
Todos los procesos legales llevan tiempo; por ejemplo, un juicio laboral porque te corrieron y no te pagaron lo justo debería tardar teóricamente 100 días, pero lo cierto es que el incumplimiento de los tiempos procesales en México hace que se prolongue hasta dos años.
Volviendo a mi historia, el pleito no era para tanto, o sea, depende de la perspectiva; para mí no valía la pena gritarlo a los cuatro vientos y menos en una época en la que las redes sociales se han vuelto un factor preponderante en las denuncias; funcionando como verdugos anónimos.
Además, mi filosofía de vida es ‘Nunca digas nunca’ porque algún día también podrían exponer algún error mío cometido en el pasado o en el futuro (¿por qué no?), lo que me llevó a pensar en el segundo tema.
No juzgar
Algunas personas pueden calificar de negligente o tonta a la persona que prefiere callarse por evitar un pleito mayor y qué fácil es comenzar a opinar sin estar en los zapatos del otro.
Miles de mujeres sufren abusos y se quedan calladas por miedo a las represalias de su agresor; a exhibirse públicamente y a estar en el ojo del huracán de su contexto inmediato; se les juzga por no hablar a tiempo y se pone en duda su verdad tardía porque ‘¿por qué no hablaste antes?, se me hace que solo quiere fama, quiere desprestigiar, qué tonta que apenas denunció’, pero estas frases no hablan más que de la ignorancia, falta de sensibilidad e incompresión que mostramos ante asuntos verdaderamente importantes.
Los abusos sexuales, la violencia doméstica o circunstancias más graves deben ser sancionadas y es mejor que cualquiera que las viva, reciba orientación para abandonar ese ambiente y denunciar ante las autoridades lo antes posible.
Muchos dicen que ‘A la prudencia le llaman p…’, aunque, desde mi perspectiva, para todo hay un tiempo y si no quieres desperdiciar tu vida, dinero y energía en un asunto así, también debes sentirte apoyada, a pesar de que muchos crean que no es lo correcto.
Y aclaro, no estoy diciendo que denunciar sea malo, es un acto de valentía y admiración, solo concluí que optar por el silencio también debe ser respetado. A veces, todo lo que necesita una persona es tiempo y espacio para reflexionar sobre si hacerlo o no, y eso merece el apoyo que representa nuestro propio silencio.
Este texto fue publicado originalmente en El Diario de Finanzas.
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