Inés Ramírez, la mexicana que se hizo una cesárea con un cuchillo, fue recordada en redes por su asombrosa hazaña.
Este domingo, el médico e integrante del Sistema Nacional de Investigadores Alejandro Macías compartió una imagen de Leonid Rogozov, el cirujano que se operó a sí mismo en 1961 durante una travesía en la Antártida.
Aunque la historia de la apendicectomía continúa sorprendiendo a miles de personas, Macías afirmó que la historia de la campesina Inés Ramírez es todavía más impactante.
Un cirujano que se operó a sí mismo. Eso no es nada. En México una campesina se hizo una cesárea exitosa con un cuchillo de la cocina.
International Journal of Gynecology & Obstetrics. 84 (3): 287–290. doi:10.1016/j.ijgo.2003.08.018. PMID 15001385. https://t.co/zfYYvmQiI8— Alejandro Macias (@doctormacias) June 28, 2020
El 5 de marzo del año 2000, la indígena zapoteca se encontraba sola en su cabaña en lo alto de las montañas de Río Talea, del municipio de San Lorenzo Texmelucan, Oaxaca, cuando sintió fuertes dolores parto.
Tres años antes, Inés había dado a luz a una niña muerta, por lo que su preocupación inmediata fue que su bebé también perdería la vida.
La situación era angustiante, pues la clínica más cercana estaba a 80 kilómetros de distancia, su esposo estaba bebiendo en una cantina y no había una partera que pudiera ayudarla.
Luego de doce horas de intenso dolor, la mujer de 40 años decidió que atendería el asunto por su propia cuenta.
Inés se sentó en un banco de madera y, tras varios tragos a una botella de alcohol, tomó un cuchillo de cocina nuevo, de quince centímetros, y comenzó a cortar su vientre.
Ramírez atravesó la piel, la grasa y los músculos antes de llegar al útero y sacar a su bebé. Según relató, su bebé no lloró, pero estaba vivo, así que cortó el cordón umbilical con unas tijeras viejas antes de desmayarse.
Cuando recuperó la conciencia, la zapoteca envolvió su abdomen y le pidió a su hijo Benito, de 6 años, que buscara ayuda.
Horas después, León Cruz, asistente de salud de la pequeña comunidad, y un acompañante, encontraron a Ramírez despierta y acostada junto a su bebé, quien más tarde sería nombrado Orlando Ruiz Ramírez.
Cruz cosió la incisión de diecisiete centímetros con una aguja e hilo comunes y posteriormente ambos envolvieron a la madre en un petate y la trasladaron, junto con el recién nacido, a través de senderos agrestes hasta la clínica más cercana, que se encontraba a horas de distancia.
Honorio Galván y Jesús Guzmán, los dos obstetras que examinaron a Inés dijeron que su caso fue sorprendente.
Además de que tenía anemia y había perdido mucha sangre, la sutura inicial de Ramírez careció de las condiciones higiénicas mínimas, por lo que estaba expuesta a una infección.
Contra todo pronóstico, la indígena zapoteca sobrevivió y los médicos decidieron contar su historia en la revista International Journal of Gynecology and Obstetrics, pues la comunidad médica de México se negó a que hablaran del caso, ya que no existía un registro similar anterior.
Inés Ramírez fue reconocida internacionalmente como un milagro moderno y se desconoce si otra mujer ha logrado su misma hazaña.
Durante una entrevista, la zapoteca dijo que su fe le ayudó a tomar la difícil decisión:
«No podía soportar más el dolor y si mi bebé iba a morir, entonces decidí que yo también tendría que morir; pero si iba a crecer, lo vería crecer y estaría con mi hijo. Yo pensé que Dios salvaría nuestras vidas»
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Con información de The Sydney Morning Herald, YouTube Herwin Martínez Luján y Twitter @doctormacias
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