Una de las experiencias que marcaron mi niñez fue la manera en la que niños y niñas convivíamos en diferentes actividades escolares. Una de ellas, fue hace unos quince años, cuando cursaba la primaria, que despertaría mi interés sobre el papel de las mujeres en la ciencia.
Cuando pienso en esos años, uno de los recuerdos que me vienen a la mente son los juegos en los que ocasionalmente se hacían equipos de niñas y de niños. No estoy segura de si esto era algo común en diferentes escuelas; sin embargo, recuerdo haber vivido estas actividades en la mía y en fiestas infantiles.
A principios de los 2000 todavía no se hacía mucha difusión en las escuelas y en las familias sobre la importancia de un uso de lenguaje inclusivo y no sexista para evitar que estas actividades tuvieran algún tipo de repercusión negativa a futuro en nosotros. Por tanto, a pesar de que estas actividades surgían de intenciones nobles, no había mucha consciencia sobre el alcance que podía tener el no reflexionar suficientemente con niñas y niños sobre temas relacionados con la equidad de género.
Recuerdo específicamente una situación en la que a pesar de haberme divertido mucho, al finalizar un juego, tanto niñas como niños seguimos conversando amigablemente sobre quiénes eran ‘mejores’: si los hombres o las mujeres. Claro que todos defendimos nuestro género con ideas que, debido a nuestra edad, quizás no estaban suficientemente sustentadas o incluso formuladas. Afortunadamente, al finalizar la conversación, todo quedó en un simple juego… o eso parecía, al menos entre compañeros la convivencia no se vio dañada.
Sin embargo, esa conversación aún persiste en mi memoria: recuerdo que algún compañero mencionó que era claro que los hombres eran, si no ‘mejores’, al menos ‘más inteligentes’, ya que no había mujeres científicas (claro, no es que las hubiera; solo no las conocíamos).
Recuerdo haber quedado muy impactada y probablemente confundida por ese hecho, pues, si bien por mi edad todavía no conocía mucho sobre temas de ciencia, al menos el nombre y rostro de Albert Einstein ya me eran familiares.
Quince años después de esta conversación, obtuve las respuestas a por qué las mujeres científicas no son tan conocidas. Gran parte de ello surge a partir de dos problemáticas. La primera es la falta de divulgación de temas relacionados a la ciencia en una edad temprana y la segunda: estaba siendo una clase de víctima del Efecto Matilda.
¿Qué es el Efecto Matilda?
El Efecto Matilda es el nombre que se le dio al prejuicio al reconocer los logros de las mujeres científicas, mérito que en numerosas ocasiones se les otorga a sus colegas masculinos. Se le llama Matilda, ya que este fenómeno fue descrito por primera vez en el ensayo titulado ‘La mujer como inventora’ escrito por la activista Matilda Joslyn Gage (1826-1828).
Fue más de un siglo después que el término Efecto Matilda fue acuñado por primera vez, en 1993, cuando la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter hizo uso del mismo para definir ‘el olvido consciente y sistemático’ que han sufrido las aportaciones de las mujeres científicas, inventoras e investigadoras (Martínez, 2014).
El Efecto Matilda comprende diferentes formas y niveles de discriminación sufrida por las mujeres en la ciencia. De acuerdo con la socióloga Uxune Martinez (2014), en el trabajo de Rossiter se incluyen las siguientes:
- La negación de las aportaciones, descubrimientos y el trabajo de muchas mujeres científicas, dando la autoría de los mismos a compañeros de investigación
- El olvido de las mujeres que firmaban artículos científicos junto con sus maridos
- El aislamiento al que se veían sometidas muchas investigadoras en grupos de trabajo masculinos
- La atribución de ‘mala fama’ intencionada a mujeres para desprestigiar su trabajo
- Científicas a las que han robado sus descubrimientos
- Mujeres que han sido apartadas de un puesto de trabajo ante compañeros que ostentaban currículos menos brillantes
- Mujeres cuyos nombres no eran registrados completos en las bases de datos científicos, sino con sus iniciales, lo que hacía muy difícil que sus nombres fueran reflejados y reconocidos en los resultados de las búsquedas
El Efecto Matilda está relacionado con el Efecto Mateo, por el cual un científico eminente a menudo obtiene más crédito que un investigador comparativamente desconocido, incluso si su trabajo es compartido o similar (Martínez, 2014).
La existencia de ambos efectos refleja la existencia de prejuicios en nuestra forma de comprender la historia y la ciencia por los que veamos actividades relacionadas con esta como una cuestión de roles que ‘van más’ con hombres que con mujeres, haciéndonos quizás víctimas indirectas del Efecto Matilda.
El problema de ello es que estas creencias comienzan a ser adoptadas tanto por hombres como por mujeres desde una edad temprana. Como ejemplo de ello, tenemos el estudio de la revista Science (2017) en el que se concluyó que, desde los 6 años de edad, las niñas comienzan a pensar que temas relacionados con la ciencia y la tecnología van más con los niños y, por tanto, el estímulo en ellas por seguir una carrera científica a futuro se reduce debido a prejuicios.
En la actualidad existe mayor consciencia sobre estas formas de discriminación y sobre todo de la importancia que tiene el reconocer a la mujer en la ciencia. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer, especialmente en cuanto al tema de grupos de investigación científica compuestos por mujeres y hombres, para que ambos tengan los mismos reconocimientos y oportunidades de crecimiento.
El ser más conscientes del uso de un lenguaje no sexista desde una edad temprana es parte fundamental de combatir la inequidad de género. Por otro lado, el investigar sobre mujeres en la ciencia y darlas a conocer resulta muy importante, especialmente darlas a conocer tanto a niñas como niños en edades tempranas ya que, si bien por un lado es necesario fomentar las vocaciones científicas para el desarrollo de los países en diversas áreas, también es importante que crezcan sin percibir actividades relacionadas con la ciencia y tecnología como actividades que van más con un género que con otro.
Fuentes:
Martínez U. (2014) “Mujer, ciencia y discriminación: del efecto Mateo a Matilda”, Mujeres con Ciencia
Recuperado de https://mujeresconciencia.com/2014/11/17/mujer-ciencia-y-discriminacion-del-efecto-mateo-matilda/
Bian L., Leslie S., Cimpian A. «Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests» Science
Recuperado de: https://science.sciencemag.org/content/355/6323/389