La gran crisis a la que se enfrenta la humanidad a partir de la pandemia, de la cual desconocemos completamente su final, dará un giro drástico en todos los ámbitos de la vida, provocando específicamente afectaciones muy profundas en nuestra salud mental.
Las cifras de contagios y muertes siguen creciendo. De igual manera, el impacto económico no había sido tan negativo desde la Segunda Guerra Mundial. Nos encontramos navegando por aguas desconocidas, sin saber a dónde ni cómo llegaremos.
Si bien no podemos anticipar todas las secuelas que esta contingencia dejará, sin duda podemos observar lo que está pasando en el presente. Y es que el ‘aquí y ahora’ es con lo que contamos y lo único con que podemos tomar acción; no sólo disminuir las consecuencias negativas sino encaminarlas a procesos de cambio, incluso positivos.
Es importante pensar en todas esas cosas que sin lugar a dudas tendrán que ser replanteadas, y hasta reemplazadas, como lo es el distanciamiento social y la forma en la que reaccionamos a las crisis y conflictos. Esta situación nos ha puesto a prueba como humanidad, nos ha dado la pauta para cambiar lo que hasta hace algunos meses era normal.
Sin embargo, no quiere decir que a partir de estas nuevas reglas la vida no pueda ser buena o placentera. Se nos ha solicitado tomar una distancia física unos de los otros, pero no se nos ha pedido tomar ninguna distancia social, por lo que es el momento de crear fuertes conexiones emocionales que nos ayuden, no sólo a pasar por este periodo de recesión, sino a formar vínculos más fuertes y solidarios.
Podemos observar que la gente que está gestionando con mayor éxito sus emociones y, por ende, manteniendo su estabilidad mental, es la que no piensa en lo que perdió (pasado / depresión), ni en lo que pasará (futuro / ansiedad), sino que se ha concentrado en manejar sus emociones día a día. Para unas personas el ejercicio físico ha sido vital; para otras, la cocina, el trabajo y hasta las mascotas.
Cada quien tiene su receta completamente personal para alcanzar ese equilibrio; sin embargo, algo que sí es para todos es la necesidad de conectarse con uno mismo y entender cuáles son sus puntos de quiebre para no llegar a tomar malas o impulsivas decisiones que afecten nuestro bienestar psicológico y general.
De igual manera, es bueno identificar los recursos positivos en los cuales nos apoyaremos para desarrollar estrategias que nos potencialicen no sólo en este momento, sino para el futuro.
Debemos fortalecer nuestra capacidad de adaptación y resolución de problemas. Es una prueba dentro de nuestra resiliencia; de nuestra propia evolución.
Es verdad que todo ha cambiado, que hemos cambiado pero, cuando todo termine, debemos ser mejores personas.
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