En medio de un día apocalíptico como los últimos; entre los incendios y protestas en Estados Unidos, la supuesta verdad detrás de la muerte de Maicol Jacksan (¡Torito!) y que no he terminado de desayunar porque esta vida loca de home office nomás no puedo domarla, como a mi último ecs, vengo a quejarme con ustedes, queridos lectores, sobre un problema muy común, según yo, pues siempre que quiero retirar en una caja de supermercado, me vuelvo más loquita, de lo que de por sí ya estoy.
¿Por qué las tiendas de autoservicio y los Oxxos ponen el servicio de retiro de efectivo de tu tarjeta y te hacen un megapancho para darte el dinero que necesitas porque ‘no pueden dejar la caja sin cambio’?
Digo, no sé si les ha pasado, pero este mal me persigue constantemente y he sido testigo de que no solo a mí, sino a varios clientes que, confiados en que pueden retirar de las cajas de Las Gran Bodegas, Bodegas Aurrerá o los Walmart, llegan con sus artículos y de pronto la cajera, con su jeta de que trabajó en su día de descanso, dice: ‘uy, no, joven, no tengo efectivo’.
Estas señoritas argumentan que no tienen dinero en la caja porque ‘apenas cambiaron turno’ o quieren disponer de tu efectivo, al menos en la Gran Bodega de Misiones de San Francisco así pasa.
Las muy tal por cual te dan el billete que más les conviene y no el que tú requieres. Por ejemplo, si tú vas a sacar inocentemente 100 o 50 pesitos porque conoces tus habilidades de comprador compulsivo y prefieres mantener tu efectivo guardado en la tarjeta para no gastarlo y solo quieres sacar lo que necesitas para productos básicos, tus camiones o tus chicles, pues nel pastel, señorito, las muchachas te obligan a llevarte uno de 200 o 500, lo que, según ellas, tienen en caja, para no quedarse sin cambio.
Incluso, algunas hasta te hacen formarte en otra caja después de haber hecho una larga fila porque ‘no tienen nada de efectivo’ y entonces ahí vas con tu cara de menso a rogar a las otras cajas por un billete de 100, 50 o lo que necesites.
Mi pregunta va para estas empresas que, en busca de ganar clientes, ofrecen servicios necesarios y bajo el argumento de ‘evita las filas del banco’, te hacen sufrir peor, si buscas efectivo.
Los empleados del Oxxo son peores algunas veces: una vez mi papá quería retirar mil pesos y la señorita se le quedó mirando como si le hubiesen pedido kriptonita para ir a matar a Superman y abriendo la caja dijo en forma burlona, pues solo tengo 20 pesos, si los quiere.
Sí, claro que los quiero, bella y bondadosa mujer, no importa que tenga que ir a visitar como otros 50 Oxxos más para juntar mi objetivo. Además, de que solo me darías diez pesos porque me cobras otros diez comisión. Pff, ten un majestuoso día.
En fin, entiendo que las cajas deben contar con efectivo para los clientes y retirar dinero afecta esto, pero creo que los administrativos de cada centro de autoservicio u Oxxo deberían contemplar cualquiera de estas situaciones, que no solo se dan porque algunos bancos cerraron por la cuarentena; de hecho, esto ya venía sucediendo desde antes.
Si solo puedes retirar la cantidad máxima de mil o 2 mil pesos en la mayoría de estos lugares, los empleados del lugar deberían respetar esa regla y conseguir de alguna forma tener cambio para poder atender las necesidades de todos sus clientes.
Los que retiramos de centros de autoservicio o supermercados no lo hacemos por flojos, o bueno, habrá algunos que sí, pero en realidad muchos es porque no tenemos un cajero o banco cerca de nuestra casa; además, el ritmo actual de vida es tan apresurado que ni siquiera te queda tiempo de desviarte del camino para buscar uno y menos con una pandemia, pues lo que menos debes hacer es danzar por las calles.
Mi llamado es para todas las empresas que quieren brindar más servicios, pero no orientan a los empleados a llevarlo a cabo.
¡Hasta la prócsima, amigues! (Si es que no se acaba el mundo antes)
Pd. Comparte mi historia si también eres vístima de la negasión de dinerito por parte de los cajeros y unámonos por un mundo sin tantas trabas (ggg).
Esta columna fue publicada originalmente en El Diario de Finanzas.
Portada: Fernanda Meneses Herrera