En pleno siglo XXI, algunas personas siguen pensando que hay actividades que solo deben ser realizadas por hombres; sin embargo, aparecen mujeres que nos demuestran que todos podemos luchar para alcanzar nuestros sueños y hacer lo que nos plazca.
Por ello, en Mujer México queremos contarte la historia de Ysiner Alejandra Lugo Izzo, una joven originaria de Caracas, Venezuela, que tuvo que luchar contra el machismo para convertirse en piloto comercial.
Ysiner Lugo nació el 17 de enero de 1996, en el seno de una familia de clase media-baja. Su sueño de ser piloto de aviación surgió desde que era muy pequeña, ya que su abuelo es técnico en mantenimiento aeronáutico y su tío, capitán en una aerolínea.
En junio de 2013, la joven venezolana se graduó de bachiller, por lo que era momento de elegir qué carrera deseaba estudiar y a qué se quería dedicar por el resto de su vida.
“Ninguna carrera me convencía, aparte de que por la situación de Venezuela sentía que estudiara lo que estudiara me iba a morir de hambre”
Además, Ysiner contó a Mujer México una de las principales razones por las que anhelaba pilotar un avión.
“Soñaba con la idea de viajar por el mundo; me parecía que no había nada más cercano a la libertad que volar. Pero también sabía que es una carrera muy bien remunerada en el mundo, y que era una de las pocas profesiones que pagaban con dinero en Venezuela” [sic].
Ysiner Lugo no desistió de su ilusión de poder operar un avión. Pero su familia no tenía el dinero suficiente para poder costear un curso de piloto; sin embargo, su abuelo le dio la noticia de que iba a hacer todo lo posible por pagarle sus clases.
“Mi abuelo usó el dinero del seguro de su carro (que había chocado con pérdida total) e invirtió absolutamente todo en mi curso. Me prometí a mí misma que sería la mejor, que me destacaría en todo”.
A partir de ese momento, comenzaron sus clases. Ysiner Lugo era la única mujer de su salón. Primero, aprendió de forma teórica, después tuvo la oportunidad de volar un avión y cumplir con sus veinte horas de vuelo para convertirse en piloto privado.
“Llegué al aeropuerto con 18 años recién cumplidos y mi mamá acompañándome; era la más joven. El instructor me decía siempre que estaba muy chiquita y muy flaquita, que comiera más. Pero eso no fue impedimento para aprender a volar un Cessna 172”
La joven venezolana cuenta que una de las cosas más difíciles de pilotar un avión es aterrizar. Tras cumplir sus veinte horas de vuelo, Ysiner tenía que viajar sola.
“El ‘vuelo solo’ es un momento histórico en la vida de un piloto. Es la primera vez que el instructor te dice que estás listo para volar tú solo el avión; sin nadie al lado. Se convierte en una especie de bautizo en el que te bañan en aceite de motor quemado y te cortan el cabello” [sic].
Y por supuesto, su abuelo fue testigo de ese día tan especial para la venezolana.
“El vuelo salió a la perfección, y mis compañeros masacraron mi cabello. Otro de los días más felices de mi vida. Logré chequearme de piloto privado. Oficialmente era piloto, pero aún me faltaba un largo camino que recorrer para ser piloto comercial” [sic].
Aunque todo parecía ir de maravilla, su abuelo le dio la noticia de que ya no tenía el dinero suficiente para pagarle sus estudios. Fue entonces cuando el compadre del papá de su mamá le dijo que para completar sus horas de vuelo y ser piloto comercial debía ir a Bolívar a manejar un avión.
“Me dijeron muy claro que esa operación no era para mujeres, que iba a pasar roncha, que no iba a ser fácil, pero nada iba a impedir que terminara mi bendito curso” [sic]
Y sin pensarlo mucho, Ysiner se fue al aeropuerto de La Paragua, en Bolívar, para ser copiloto de la aeronave Antonov AN2 y Cessnas 206.
“Madrugaba todos los días: era la única mujer trabajando con más de quince hombres. Tenía 19 años. Puedo decir que viví la aventura de mi vida estando allá. Vi paisajes hermosos, conocí gente que me apoyó muchísimo”
Además, agregó:
“Lo que me pagaban me alcanzaba para cubrir gastos de comida y estadía al ras; no me quedaba nada. Pero no puedes exigir cuando necesitas la experiencia volando para poder culminar tu carrera”.
Para que Ysiner fuera piloto comercial le faltaba una fase llamada Habilitación instrumental, es decir, tomar clases para poder volar en tempestad y de noche.
“Ya la teoría del vuelo instrumental la había visto en el curso de piloto comercial, el simulador era accesible, pero tenía que hacer veinte horas de vuelo de práctica de instrumentos, y tenía que ser en un avión de escuela con instructor. Así que había que pagar veinte horas más”
Por lo anterior, una vez más, apareció su abuelo para cubrir los gastos de su aprendizaje y fue así como se convirtió en piloto comercial.
“No se imaginan lo inmensamente feliz que me sentí, y lo orgulloso que estaba mi abuelito. Finalmente, en noviembre del 2016, me otorgaron mi licencia de piloto comercial”.
Por último, Ysiner a través de Mujer México, pidió a las ‘chicas’ que luchen por alcanzar sus sueños, sin importar las adversidades:
“Tenemos que ser más las diferentes. No estén asustadas o predispuestas con el machismo, yo sentí muchas veces más apoyo que rechazo por parte de mis compañeros de clase. Hay que demostrarle al mundo que podemos hacer lo mismo que ellos, e incluso, mejor que ellos” [sic]