El rebozo mexicano data de hace más de 500 años y es una prenda que se confecciona a mano en diversos estados de la república. Te contamos la historia.
El rebozo es una de las prendas más características de México y está asociada a las Adelitas durante la Revolución Mexicana.
Sin importar el paso de los años, sigue siendo utilizado por mujeres y hombres.
Consiste en una tela rectangular de una sola pieza que puede llegar a medir entre 1.5 y 3 metros de longitud.
Es reconocido a nivel mundial por su imponente belleza y los colores tan vibrantes que lo caracterizan.
Se elabora en diversos estados de la república mexicana y es vendido en muchas partes del mundo como Estados Unidos y Francia.
Sirve para darle un plus a los outfits, transportar objetos y cargar a bebés.
¿Qué es el rebozo mexicano?
El rebozo es una prenda artesanal que se cree que nació durante el virreinato.
Era utilizada por castas de la Nueva España, es decir, aquellas personas de ‘sangre manchada’ a consecuencia del sexo interracial.
Su nombre deriva de re-bozo, manto que rodea la cabeza, el brazo y el torso de las mujeres.
Es fácil aprender a identificar un rebozo, debido a que se trata de un lienzo rectangular hecho de hilos de algodón o seda. Esta pieza es confeccionada por manos de artesanas y artesanos que habitan en diversos puntos de México.
La prenda puede llegar a medir hasta tres metros de longitud.
En el año 1572, el fray Diego Durán describió los rebozos como ‘una prenda de las mujeres mestizas para cubrirse para entrar a los templos’.
Por otro lado, Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, segundo Conde de Revillagigedo y Virrey de la Nueva España, escribió:
“Lo llevan sin exceptuar ni aún las monjas, las señoras más principales y ricas, y hasta las más infelices y pobres del bajo pueblo. Usan de ella como mantilla, como manteleta, en el estrado, en el paseo, y aún en la casa; se la tercian, se la ponen en la cabeza, se embozan con ella y la atan y anudan alrededor del cuerpo”.
¿Cuál es el origen del rebozo mexicano?
El rebozo no tiene un ‘acta de nacimiento’, pero se estima que surgió hace más de 500 años.
Antes de la colonización, las mujeres y los hombres tenían ciertos códigos de vestimenta propios de las culturas prehispánicas.
Sin embargo, cuando los españoles llegaron a tierras americanas, las indígenas empezaron a utilizar mantos. Entonces, esto quiere decir que el rebozo habría surgido en la época colonial como una prenda distintiva.
José Gerardo Murillo Cornado, pintor y escritor, decía que la creación del rebozo fue impulsada por ‘las necesidades de identidad de casta y el gusto indígena’.
Bajo el pensamiento del artista mexicano, la técnica prehispánica conocida como ikat fue la que determinó que esta prenda fuera rectangular y tejida con hilos de algodón.
En la primera mitad del siglo XVIII, el rebozo se convirtió en prenda común entre las mujeres castas, criollas y españolas. Los primeros productores de este artículo fueron los estados de Oaxaca, Guadalajara y Puebla.
El rebozo y la mujer mexicana
Durante la Revolución Mexicana, las mujeres comenzaron a utilizar rebozo, por lo que se convirtió en una prenda característica de las Adelitas. Dentro de esta tela que iba cruzada en el pecho se guardaban los cuchuchos para salir a la guerra.
A lo largo del tiempo, artistas como David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera plasmaron a través de sus obrar la majestuosidad de los rebozos.
En la época del cine de oro mexicano fue muy común ver a Dolores del Río, Carmen Zapata, Gloria Marín y María Félix con esta prenda.
El rebozo también formó parte de numerosos libros. El escritor Ángel de Campo en el clásico de la literatura mexicana, ‘La Rumba’, señaló:
“Vistiose la madre de Remedios con las mejores prendas: sus zapatos de charol, las enaguas azules con ribetes de terciopelo negro, y el rebozo azul que olía a nuevo”.
La escritora Gabriella Gutierrez y Muhs en su texto Rebozos, escribió que para Frida Kahlo, el rebozo era ‘un símbolo de indigenismo, nacionalismo, de la ética de la clase trabajadora y una autodefensa, resistencia y alivio’.
Vicente Quirarte en ‘Historia de las Mujeres en México’, dijo:
“En esa sed de identidad se preludian los numerosos argumentos donde la mujer lucha por su autonomía y por evitar a toda costa la degradación”.
Lola Beltrán en una de sus canciones señaló que el rebozo era parte de la vestimenta de las mujeres mestizas.
“Rebozo, rebozo de Santa María
mestiza que baila llena de alborozo
entre los encantos mil de mi vaquería”.
Además, la cantante Chavela Vargas se refirió al rebozo como símbolo de protección, pues muchas madres lo ocupaban para cargar a sus hijos:
“Tápame con tu rebozo, Llorona, porque me muero de frío”.
Tras estas referencias es más fácil entender que el rebozo es un rasgo de identidad y de la expresión individual femenina mexicana.
¿Cómo se hace un rebozo?
Por lo regular, el rebozo se hace en un telar de cintura, pero algunas personas los elaboran en telar de pedal. Sin embargo, todo el proceso es artesanal.
Primero se encanilla el hilo y se pasa a la urdimbre donde se le da la medida al lienzo. Después, se traslada a un bastidor donde el hilo de divide según el dibujo que se va a realizar.
El siguiente paso es torcer los cordones y agregar atole de masa, para que el hilo se endurezca, lo que facilitará el amarre.
De acuerdo con Matador Network, el amarre ayuda a que no penetre la tinta, de manera que el jaspeado sea de diferente color al del resto del cordón.
“Después se hace el veteo, donde el fondo del rebozo y las puntas se tiñen al mismo tiempo. Entonces, el hilo se deja secar y se procede al tejido”.
Ahora las artesanas están listas para comenzar a tejer el rebozo. La calidad de esta prenda dependerá únicamente de la persona que lo esté elaborando.
Una mujer puede tardar hasta cuatro meses en terminar un rebozo.
Es importante resaltar que los teñidos se hacían con colorantes naturales. El tono azul era el resultado de fermentar la piedra añil y para el rojo se empleaba la cochinilla.
Tipos de rebozo
Existen muchos tipos de rebozo, los cuales eran utilizados por ciertas personas, dependiendo de su clase social.
Por ejemplo: quienes pertenecían a la alta sociedad colonial usaba prendas de seda o bordados con hilos de oro o plata.
Los rebozos más sencillos eran realizados en algodón de color natural o teñido y con bordados muy sutiles.
Para saber si la prenda estaba hecha de seda, debía pasar sin problema por un anillo. Los diferentes tipos de rebozo son los siguientes:
- Rebozo patrio: con los colores verde, blanco y rojo
- Rebozo yucateco: son de varios tonos vibrantes
- Rebozo palomo: está elaborado con diferentes gamas de azul
- Rebozo de Michoacán: negros con líneas azules
- Rebozo calandrio: se hacen en tonos de color ocre
- Rebozo cuappaxtle: tienen un matiz entre morado y café
- Rebozos jamoncillo: es color púrpura pálido
- Rebozo de bolita: tiene la característica de poner pasar por un anillo. Adoptó este nombre, debido a que el hijo era de origen inglés y venía enrollado en bolitas
- Rebozo de seda
- Rebozo de cien hilos
- Rebozos listados: son negros con rayas azules, rojas o cafés
- Rebozos de granizo: de color azul con puntos blancos
- Rebozos masones
- Rebozo garrapato: están elaborado por hilos en tono café
- Rebozos tornasoles
¿Cuáles son los estados reboceros?
El municipio de Santa María del Río, en San Luis Potosí, es considerado la cuna del rebozo. Es más, en este lugar durante el mes de agosto se lleva a cabo la Feria del Rebozo.
En Tenancingo, Tenango y Tejupilco, pertenecientes al Estado de México, también se elaboran estas prendas.
Otros lugares reboceros son:
- La Piedad y Tangancícuaro en Michoacán
- Tepexi de la seda y Tepeji del Río de Ocampo en Puebla
- Moroleón y Valle de Santiago en Guanajuato
- Chilapa en Guerrero
La leyenda del Señor del Rebozo
Al interior del Templo de Santo Domingo, en la Ciudad de México, se encuentra la figura de un Jesús ensangrentado. En su mano izquierda carga una pesada cruz de madera y en la derecha un rebozo.
Es popularmente conocido como el Señor del Rebozo, debido a una sorprendente leyenda que a continuación te contaremos.
La historia se sitúa a mediados del siglo XVI, cuando las monjas dominicas llegaron a la Nueva España y fundaron el Convento de Santa Catalina de Siena.
Las religiosas se dedicaban a la vida contemplativa, es decir, se encerraban frente a una figura de Cristo para rezar y nunca salían de ahí.
Este ritmo de vida la pareció muy atractivo a una joven llamada Severa de Gracida y Álvarez, quien después adoptó el nombre de Sor Severa de Santo Domingo.
La monja le tenía un gran aprecio a la figura de Cristo, la cual fue obsequiada al convento por el arzobispo de México fray Marcos Ramírez.
Se dice que a la religiosa le llamaba mucho la atención por su mirada triste y las gotas de sangre que cubrían el rostro de Jesús.
Sor Severa envejeció y enfermó de gravedad.
Durante una noche de tormenta, la monja que la cuidaba alcanzó a escuchar a Sor Severa decir:
“¡Cristo mío! dejadme que cubra vuestro enjuto y aterido cuerpo. Venid a mi Señor y mostraos ante esta pecadora que solo ha sabido amarte y adorarte en religiosa reverencia”.
La cuidadora vio cómo la puerta se abría y entraba un mendigo, casi desnudo, aterido de frío. Entonces la monja, con una energía inaudita, saltó de su cama y le ofreció agua y pan, sacó de su ropero un viejo un rebozo de lana y lo cubrió con él.
Con el rostro satisfecho, lanzó un suspiro y falleció.
Al día siguiente, las religiosas se sorprendieron al ver la figura del Cristo con el rebozo de la fallecida. Desde entonces, las monjas y los fieles bautizaron a esta imagen como ‘El Señor del Rebozo’.
En Tenancingo, una réplica de la imagen se venera en la iglesia de San Felipe de Jesús.
Al Señor del Rebozo se le ofrenda un rebozo como agradecimiento a un favor recibido. Se le visita cada primer viernes de mes, aunque su fiesta mayor es el primer viernes de marzo.
Rebozo mexicano, ¿arte en peligro?
El cierre de numerosos talleres en México pone en peligro la elaboración de los rebozos. Muchos de esos lugares han tenido que bajar las cortinas, debido a la avanzada edad de las y los trabajadores.
De acuerdo con expertos, en estos centros se ha podido contabilizar aproximadamente 200 personas dedicadas a la tejido de estas prendas. La mayoría cuenta con más de 60 años, si acaso hay una docena que tiene entre 30 y 40.
En la página Rebozo Mexicano, se dice que las personas no se interesan en hacer rebozos, debido el poco dinero que reciben por ellos.
“Uno de los factores que más ha influido en el abandono del oficio por parte de los jóvenes es atribuible al insuficiente ingreso que perciben quienes integran dicha cadena productiva. Un sueldo escaso, posiblemente proporcional al bajo precio que los compradores están dispuestos a pagar por este tipo de rebozo”.
Además, los expertos afirman que cada día son menos las mujeres que usan rebozo como parte de su indumentaria. La principal razón para negarse a portarlo ocurre por ‘vergüenza’, debido a la presión social que surge por discriminación y racismo.
Por otro lado, el precio del algodón ha incrementado considerablemente su valor y resulta muy caro hacer rebozos.
Otro factor que pone en riesgo estas prendas en la competencia desleal de ‘rebozos’ o chales de imitación realizados con fibras acrílicas en telares mecánicos.
Por otro lado, en las últimas décadas se ha ampliado notablemente la cobertura educativa en las ciudades medias del país, con una mayor oferta de carreras técnicas.
Finalmente, en Rebozo Mexicano se puede leer que los ‘viejos reboceros’ no les están enseñando a sus hijos el oficio, incluidos los dueños de talleres.
“El propio gobierno —desde la década de los 1970 y a través de las Secretarías de Industria y Comercio y/o de Economía— ha llevado a las localidades reboceras maquinaria y técnicas de elaboración del tejido de punto (como el suéter) a fin de modernizar la producción fabril del país”.
Con información de Vogue, Mexicana y Cultura, Matador Network, Milenio, Rebozo Mexicano, Pacarina del Sur, Geo Enciclopedia e Instituto Nacional de Antropología e Historia.
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