Abril Vieyra Ortiz explicó para Mujer México la importancia de la atención psicológica que cualquier individuo debe tener para la potencialización del desarrollo y el bienestar integral; sin embargo, subraya que, debido a cuestiones no solo físicas, sino culturales y de educación (muchas veces machista), mujeres y hombres deben recibir psicoterapia especializada e incluso con perspectiva de género.
Mi nombre es Abril Vieyra Ortiz. Soy una mujer mexicana de 29 años de edad. Psicóloga clínica, especialista en psicoterapia breve, intervención en crisis y tanatología.
Soy la directora de una plataforma de terapia en línea llamada Flow.
El término Flow se refiere al momento en el que la persona aparta todos sus egos a un lado y se enfoca completamente en el goce de la acción que está ejecutando. De esta forma, sus ideas pueden fluir sin detenimiento y se crea satisfacción.
La creación de esta plataforma está enfocada a crear un desarrollo en cuanto a la salud mental. Utilizar la tecnología para acceder con más facilidad a la atención psicológica que todo mundo debe tener, ya que el objetivo de esta no sólo es la resolución de los conflictos, sino la potencialización del desarrollo y el bienestar integral; en otras palabras, tener la oportunidad de ser más felices.
Siempre se ha sabido que el cerebro del hombre y la mujer están lejos de ser iguales. La evolución y el sentido de supervivencia han aportado a que el desarrollo de las partes del cerebro sea particular para cada caso.
Las niñas compiten unas con otras.
Las mujeres se empoderan unas con otras.— Psic. Abril Vieyra (@PsicAbrilVieyra) February 26, 2020
El dimorfismo cerebral es algo que ha existido persistentemente en la historia del ser humano. Sin embargo, existen elementos sociales que pueden llegar a modificarse, por ejemplo: algunas cuestiones que antes se le atribuían únicamente a la mujer como la crianza de los hijos o el cuidado del hogar, el hombre las está comenzando a realizar. De igual forma, la mujer está desarrollándose profesionalmente en ámbitos que sólo eran pensados para el sexo masculino.
Sin embargo, existen algunas cuestiones físicas, biológicas y químicas que prácticamente nunca podrán ser iguales. Un ejemplo es que el hombre tiene un mayor nivel de producción de testosterona, (especialmente en la adolescencia) lo que puede llegar a generar conductas más agresivas o antisociales que en las mujeres. De igual manera, y a propósito del embarazo y la lactancia, la mujer produce más oxitocina, hormona que genera calma y vincula socialmente.
También hay diferencias culturales dignas de mencionar. Por ejemplo, es curioso saber que las mujeres acuden más al doctor cuando se presenta alguna sintomatología, mientras que los hombres, posiblemente debido al contexto que se les enseña a ser fuertes y no quejarse, lo llegan a postergar. De igual manera, a lo largo de los años se le ha etiquetado a la mujer como un ser que debe ser una buena madre, esposa o compañera, la cual protege a la familia, es sensible y empática ante la adversidad.
Estas marcas sociales no son permanentes y definitivamente pueden llegar a generar particularidades permanentes en ningún ser humano; sin embargo, nuestra cultura es tan fuerte y marcada, que sin lugar a duda genera un especial impacto en nuestras conductas y hasta en nuestros trastornos.
Por lo mismo, cuando hablamos de enfermedades mentales, debemos señalar que no se distribuyen de la misma manera entre hombres y mujeres. Por ejemplo, la depresión y los trastornos de ansiedad son más habituales en las mujeres que en los hombres.
Esto se debe a la forma en cómo la mujer lidia con sus emociones, con más fuerza e intensidad debido a todo lo que ha tocado vivir, hablando de cuestiones físicas, biológicas, sociales y hasta psicológicas.
La historia de la mujer es distinta por naturaleza y la forma en cómo actúa frente a las enfermedades mentales no tiene por qué ser diferente. ¿Por qué no hay más programas que atiendan o prevean trastornos de la mujer?
Sabemos que, si bien los hombres intentan suicidarse tres veces más que las mujeres, las mujeres lo logran hasta un 80% más que ellos. Esto es un indicador de que la atención psicológica necesita un enfoque más especializado en la atención a las personas.
Hacer estas diferencias entre la prevalencia de enfermedades mentales en el género, suele ser un tanto polémico ya que conecta con temas controversiales, como la desigualdad y en un punto radical, machismo o feminismo. Sin embargo, el conocer las divergencias nos ayuda a generar programas de prevención y tratamientos específicos para su atención especializada.
Poéticamente se habla de la fragilidad de la mujer. Psicológicamente pudiéramos llamarle intensidad. Existe en todas nosotras una fuerza natural en nuestras emociones que no sólo nos permite dar el amor más incondicional sobre la faz de la tierra, (el amor de una madre hacia un hijo), sino que también nos puede llevar a tener desequilibrios que son juzgados a veces como locura.
Ámenlas completas, amémonos sin juicios.
Si deseas conocer más sobre el tema puedes seguir a Abril Vieyra Ortiz en Twitter, la encuentras como @PsicAbrilVieyra o puedes dar clic aquí.