En 2013 decidí hacerme vegana, pero no fue la primera ocasión en la que lo pensé. Cuando era niña, me molestaba mucho el hecho de que por el camino a mi escuela había un rastro y un río rodeado de buitres que olfateaban la sangre que salía del establecimiento: ahí fue cuando le dije a mi mamá: ‘ya no quiero comer carne’, a lo que me respondió con el típico: ‘mientras vivas bajo mi techo…blablabla’.
Años después, con muchos traumas encima, me sumergí en una serie de videos de YouTube sobre el abuso a los animales, y no, no eran los que todos han visto sobre cómo se hacen los nuggets de McDonalds ni las salchichas con ese plástico rosa, sino unos muy fuertes que jamás olvidaré.
De la noche a la mañana, sin una guía correcta sobre cómo comer, qué hacer o qué pensar, decidí dejar de consumir productos cárnicos, y como era de esperarse, lo hice mal.
Intenté comer brócoli crudo y otras cosas asquerosas; incluso confundí la lechuga con la col en un par de ocasiones, provocándome fuertes dolores de estómago de los que prefiero no hablar.
No obstante, la Jimenita de 7 años estaba decidida a dejar de comer animales. No podía, no quería y tomé la decisión. Debería recalcar que soy de Veracruz, entonces los mariscos fueron mi punto débil, pero algo me dijo que tenía que seguir ese camino.
En cuanto se lo comenté a mi abuelo (vengo de una familia de médicos), él se encargó de hacerme exámenes de sangre puntuales, intentado demostrar que iba a estar anémica (cosa que jamás sucedió), pero yo tenía una misión, o simplemente soy muy obstinada, por lo que cada vez me informé más, leí y me asesoré.
No fue fácil. Mucha gente me dijo que estaba loca y en la universidad me gané el apodo de ‘la vegana’, ‘la ambientalista’, etcétera, como si yo hubiera sido la pionera en este estilo de vida y como si eso se hubiera convertido en mi identidad completa para muchos.
Sin embargo, poco a poco, con muchos colapsos y gente que me mencionaba que yo estaba mal, decidí aguantar y no volver a comer carne ni productos de esa índole.
Después de todos los tropiezos, supe que el veganismo me había llamado por años, porque es un tema relacionado con la salud, el medio ambiente, el agua, e incluso los derechos humanos, cosas que, desde que tengo uso de razón, me han apasionado.
No me considero una experta en este tema, y quizás decir que lo antes mencionado era ‘mi pasión’ cuando niña, es una exageración, pero sé que hay muchos problemas en el mundo que podrían ser abordados desde este.
Comenzando por el medio ambiente:
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dos tercios de la población en el planeta Tierra sufren la insuficiencia del líquido vital, por lo menos durante 30 días al año; asimismo, se sabe que 700 niños menores de 5 años perecen diariamente por enfermedades relacionadas con la carencia de agua.
Ahora, para producir un solo kilogramo de carne de res, se necesitan 15 mil litros de agua, y para cultivar la misma cantidad de trigo la cifra disminuye a mil 500.
Tomando en cuenta que los plantíos de soya, trigo y otros cereales son destinados a la alimentación de vacas, cerdos y pollos en lugar de repartirse entre la población, podemos hablar de cómo el veganismo podría ser una herramienta para mitigar el hambre mundial.
Por otro lado, también de los efectos provocados por los desechos de los animales de criadero.
Anteriormente se creía que la industria automotriz era la principal emisora de gases de invernadero; no obstante, estudios recientes demuestran que las heces de los ganados generan el 65 por ciento del óxido nitroso de origen humano; asimismo, estas empresas son responsables del 37 por ciento del metano que afecta a la salud de millones de personas, a los suelos, y a los cuerpos de agua.
El veganismo es un tema muy amplio, que puede abarcar distintas áreas. En esta ocasión decidí comenzar por el medio ambiente, pero lo planteado aquí no abarca ni una mínima parte de lo que en realidad sucede con la industria de la carne.
Afortunadamente, vivimos en una época en la que la mayoría de la gente ha decidido tomar conciencia sobre sus acciones en pro del planeta tierra.
Próximamente abordaré más problemáticas referentes al consumo excesivo de productos animales, y recalco ‘excesivo’.
Mientras tanto, dejaré un link, mediante el que podrás revisar tu huella de emisiones de carbono de acuerdo con tu estilo de vida y algunos otros donde podrás encontrar recetas libres de carne, por si deseas experimentar un poco en la cocina.
https://www.carbonfootprint.com/calculator.aspx
https://www.instagram.com/p/BsEeBd3B-vQ/
Con información de noticiasagropecuarias.org, animalnaturis.org, FAO, aguasresiduales.info y National Geographic
Portada: Live Kindly
Con imágenes de Instagram @veganaymexicana, YouTube Cocina Vegan Fácil, Liv B, NASA, Medium, Plant Based News, Happy Cow, Mother Jones, Inside Climate News y Our World in Data