Actualmente vivimos en una época marcada por el desarrollo masivo de nuevas tecnologías; estamos acostumbrados a que las grandes empresas dentro del sector de la tecnología y las comunicaciones lancen continuamente nuevos productos y servicios que más que necesarios en nuestro día a día, nos resultan atractivos y, por tanto, puede que estemos propiciando hábitos de consumo nocivos para el planeta.
Esta realidad ocurre principalmente en la industria de los smartphones o, en español, teléfonos inteligentes ya que, según el sitio de información financiera MarketWatch, la mayoría de nosotros cambia su celular cada quince meses (la vida media de uno en la actualidad no va más allá de entre 18 y 24 meses). Y es que, con tantas innovaciones tecnológicas resulta muy fácil encontrar ‘razones’ para cambiar rápidamente nuestro dispositivo antes de que termine el periodo de vida de nuestro actual dispositivo móvil como el hecho de que esté pasado de moda, que tenga una cámara más avanzada, que existe una nueva aplicación disponible únicamente para modelos nuevos, etcétera.
Benito Muros, presidente de la Fundación Feniss (Energía e Innovación Sostenible sin Obsolescencia Programada), lleva diecinueve años investigando esta cuestión y asegura que el problema en la industria de los teléfonos inteligentes y dispositivos tecnológicos es que intencionalmente “nos enseñan a consumir, a conjugar el verbo ‘tener’ en lugar del verbo ‘dar'». Esto sucede principalmente debido a la publicidad que hacen de sus productos y por medio de esta nos muestran solo una cara de lo que es la industria de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicaciones).
Muros asegura que un teléfono móvil debería y podría ser fabricado para durar alrededor de diez y doce años en lo que respecta a la parte mecánica y electrónica. Mientras que el software debería durar de seis a ocho años aproximadamente si las empresas lo quisieran (BBC Mundo, 2018). En este sentido es posible decir que con el fin de obtener más ganancias y posicionarse en el mercado, intencionalmente acortan la vida útil de estos productos.
El problema es que muchas veces por el simple gusto que nos da el comprar y tener nuevos artículos somos incapaces de ver cómo podríamos impactar en una posible solución a muchos de los grandes problemas que hoy en día amenazan al planeta. Por un lado, el consumo masivo de estos aparatos conduce a mayores niveles de desperdicio en el planeta. Actualmente existen toneladas de chatarra electrónica y en algunos casos, estas tienen substancias tóxicas las cuales contaminan el medio ambiente y perjudican el aire que respiramos, la tierra y el agua que bebemos, lo que conduce a que suframos de diversas enfermedades en donde se incluye el cáncer.
Por otro lado, una cuestión que ha resultado sumamente preocupante ha sido que, continuamente consumimos sin preguntarnos de dónde viene lo que compramos especialmente nuestros dispositivos electrónicos. Si investigamos y reflexionamos sobre el origen de la mayoría de nuestros productos y los materiales que los componen, es posible que nos encontremos en una situación un poco incómoda. En el caso de los celulares inteligentes, en su mayoría están compuestos por minerales como el estaño, el cobalto o el coltán.
Estos se han convertido en materiales muy preciados por su utilidad en el ámbito de la electrónica y es especialmente el coltán el mineral que ha sido un factor clave dentro de la carrera por la miniaturización de los Smartphones, es decir, ha facilitado la fabricación de Smartphones cada vez más pequeños o menos estorbosos y, por tanto, ha desembocado en una gran demanda de coltán. El coltán es producto de la unión de otros dos metales: columbita y tantalita y debido a su escacés se le ha considerado como el ‘oro negro’.
https://youtu.be/ixOt71l42IE
El problema con la extracción de coltán es que actualmente existen vacíos de información en cuanto a las actuales reservas del mismo en el mundo ya que, por un lado, se dice que se produce en países como Australia, Brasil, Canadá, China o Ruanda, en los cuales no se les ha demostrado tener reservas de coltán. Sin embargo, es en la República Democrática del Congo en donde se encuentra el 80% de las reservas de coltán en el mundo (Ana y Pampliega, 2018). Por tanto, la mayor parte de coltán que se encuentra en nuestros teléfonos inteligentes es extraída de dicha zona para los cuales se requiere de mano de obra infantil y otras formas de esclavitud en algunas minas.
A la vez, Ana y Pampliega 2018, exponen que más de 120 grupos armados obtienen ganancias de la extracción ilegal de coltán para comprar armas con las que financian conflictos armados locales, entre ellos genocidios tal como lo califica la Organización de las Naciones Unidas. Una realidad en varias regiones de África es que los grupos armados pretenden controlar aquellas zonas o regiones en donde las multinacionales buscan extraer recursos para lucrarse. Por tanto, son las multinacionales quienes negocian con ellos y queda demás decir que, en este contexto, suelen ocurrir violaciones indiscriminadas a mujeres y niñas, así como el secuestro a niños resulta una práctica común para aumentar el número de sus ejércitos.
Es por ello que, quizás mientras nosotros discutimos sobre las novedades de la 5G o sobre las últimas innovaciones dentro de la industria tecnológica, al otro lado del mundo existan graves violaciones a los derechos humanos y, lamentablemente, es posible que no solo carguemos información personal dentro de nuestros smarthpones, sino que también carguemos una parte del corazón de África en nuestras manos.
Ante esta triste y problemática situación resulta importante reflexionar sobre nuestros actuales hábitos de consumo ya que, la industria publicitaria nos impide ver más allá de lo que resulta atractivo para nosotros. Como seres humanos somos más de lo que nos muestran las multinacionales, especialmente la industria de los smartphones ya que, como consumidores, tenemos la capacidad de hacer más y exigir mejores prácticas para mejorar las condiciones de quienes están siendo violentados por prácticas irregulares en el mercado y comercio internacional.
Fuentes:
Ana V. y Pampliega, A. (2018) Coltán, la maldición del Congo. El Independiente: https://www.elindependiente.com/futuro/2018/02/04/coltan-congo-antonio-pampliega/
Blasco L. (2018) ¿Cuánto tiempo podría durar un celular si no existiera la obsolescencia programada? British Broadcasting Corporation https://www.bbc.com/mundo/noticias-46261763
Imágenes y vídeos: Freepick y YouTube.