Maricruz Vázquez
A través de un comunicado de prensa, el pasado mes de enero la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos anunció:
«A partir de ahora, el Gran Telescopio para Sondeos Sinópticos (LSST, por sus siglas en inglés), será denominado Observatorio NSF Vera C. Rubin, transformándolo en el primer observatorio nacional de los Estados Unidos bautizado con el nombre de una mujer astrónoma”.
Sin lugar a dudas, estas son muy buenas noticias, y vale la pena conocer un poco de Vera Rubin y de cómo venció los obstáculos a los que como mujer se enfrentaba en su época.
Vera Cooper Rubin nació en Filadelfia, Pensilvania, el 23 de julio de 1928. Desde niña Vera observaba el cielo estrellado siendo por ello que su padre le ayudó a construir un telescopio.
Posteriormente, estudió astronomía en la Universidad Vassar, siendo la única graduada en 1948. Quiso continuar sus estudios de maestría en Princeton; sin embargo, al enterarse de que no admitían mujeres optó por la Universidad de Cornell, donde estudió Física; después realizó un doctorado en Física en la Universidad Georgetown.
Tras haber recibido su doctorado, continuó trabajando en la facultad por otros 11 años. Posteriormente se unió al Instituto Carnegie, donde conoció al que sería su amigo Kent Ford, y con quien iniciaría estudios sobre la rotación de galaxias vecinas.
Sus descubrimientos en este campo (junto con la teoría de Fritz Zwicky) constituyen la prueba más sólida que existe sobre la existencia de una materia oscura, la cual lleva ese nombre debido a que es un tipo de materia que no emite suficiente radiación para ser percibida pero que afecta el movimiento del universo.
Se considera que alrededor del 25% del universo está conformado por materia oscura, por tanto, podríamos decir que Vera ayudó a descubrir un 25% del universo.
Estos descubrimientos ganaron varios premios, incluyendo la Gold Medal of the Royal Astronomical Society, siendo Vera la segunda mujer en recibir el reconocimiento, tras Carolina Herschel.
En 1965, fue la primera mujer en utilizar los instrumentos del Observatorio Palomar. Antes de esto, las mujeres no tenían permiso ni autorización para acceder fácilmente.
Continuó su trabajo en esta área hasta el año del 2016 en el cual falleció, y –aunque nunca ganó un premio Nobel– hoy en día se busca reconocer su valiosa aportación a las ciencias y ser pionera en el descubrimiento de la materia gris.
No tenemos duda de que además de su gran aportación científica, Vera fue una mujer que contribuyó, desde su propia trinchera a la lucha de cientos de mujeres contra de los estereotipos de género que imperaban a mediados del siglo pasado.
Incluso, es posible decir que abrió el camino a muchas mujeres interesadas en carreras científicas y que con el paso del tiempo instituciones como la universidad de Princeton o la National Science Foundation y el Departamento de Energía de los Estados Unidos (instituciones que hoy en día dirigen el proyecto del Observatorio Vera Rubin en Chile) se hayan modernizado y decidieran reconocer el importante rol que juegan las mujeres en la ciencia.
Con información de Hipertextual, El País y Turismo de Estrellas
Portada: Carnegie Institution for Science
Interiores: YouTube OpenMind y Rubin Observatory