La lucha por la Soberanía Alimentaria desde el ecofeminismo, no solo tiene efectos en la siembra para autoconsumo; también en el cultivo para venta.
Como lo abordamos en la columna del mes pasado: ‘Los territorios que habitan las mujeres’, el ecofeminismo, al igual que el feminismo es una palabra en singular que abarca pluralidades, es decir, que así como existen diferentes ramas del feminismo, al interior del ecofeminismo también habitan diferentes posturas. Aunque efectivamente en los inicios del ecofeminismo se recurría a ciertos esencialismos dentro de la relación mujer-medioambiente, que indeseablemente podía terminar abonando a asignar las características de cuidado intrínsecamente a las mujeres.
Sin embargo, ahora el movimiento se encuentra enriquecido por posturas como la de la filósofa Alicia Puleo, que forma parte de la corriente del ecofeminismo crítico, dentro del cual se abandonan los biologicismos y se persigue el pensamiento emancipatorio de las opresiones que viven tanto los territorios como las mujeres.
Actualmente, no es novedad el mencionar que estamos atravesando una crisis medioambiental a nivel global, por lo que para hablar de la protección de territorios es necesario hacerlo en términos que consideren la contaminación de suelos, mantos acuíferos, del aire, así como hablar del cambio climático que se produce en consecuencia. Pensar en aras de la emancipación del territorio requiere la criticidad del ecofeminismo, que reflexiona acerca de dónde vienen los productos que consumimos.
Soberanía alimentaria y ecofeminismo
Es por ello que desde el ecofeminismo se apunta a la siembra para autoconsumo, porque en primer lugar, permite una disminución en la huella ecológica que producimos (al reducir los transportes nacionales e internacionales a los que actualmente se recurren para que los alimentos lleguen a centrales de abastos, mercados y supermercados). Existen productos naturales, como verduras o frutas, que consumimos de manera regular que, aunque no representan un gran desembolse en nuestros presupuestos mensuales, su costo es desfavorable al planeta.
Ya sea por medio de huertas individuales, familiares, comunitarias o urbanas, la siembra para autoconsumo, además de mejorar nuestra relación con la naturaleza (como bien señalan desde la agroecología), apunta hacia la soberanía alimentaria que, en una lucha conjunta con el ecofeminismo, denuncian al sistema capitalista patriarcal. Ambas luchas rechazan el ver los recursos de la naturaleza como mercancía, sumando desde el ecofeminismo el rechazo a considerar los cuerpos y el trabajo de las mujeres de esta manera. De manera histórica, las mujeres han sido las creadoras históricas de conocimientos agrícolas y, además de ser las encargas de la producción del 80 por ciento de los alimentos en algunos países, son las más afectadas por las políticas tanto neoliberales como sexistas (Declaración de las mujeres por la Soberanía Alimentaria, 2007).
La lucha por la Soberanía Alimentaria desde el ecofeminismo, no solo tiene efectos en la siembra para autoconsumo, también se ve reflejada en el cultivo para venta, procurando no solo mejores canales logísticos para una distribución de frutas y verduras que genere una menor huella de carbono, se aboga también por disminuir o erradicar el uso de productos químicos en la agricultura (que afectan en su mayoría a mujeres cisgénero, por la cantidad de tejido adiposo que compone sus cuerpos), por disminuir los monocultivos que afectan la biodiversidad y por mejorar las condiciones de trabajo para las mujeres en el campo, por nombrar solo algunos de los énfasis de esta lucha.
La lucha de Refleja por la soberanía alimentaria
Desde Refleja, como colectiva que comulga con las posturas ecofeministas, buscamos retomar las ideas que impactan en la autonomía de las mujeres en su territorio. Por ello, el pasado 23 de mayo, organizamos un taller dirigido a compartir saberes que consideramos necesarios en esta lucha: aprender a preparar camas de cultivo biointensivas, a sembrar, a asociar y rotar cultivos, a aplicar la composta que generamos en casa, así como otros cuidados y recomendaciones generales para el proceso de nuestras huertas.
Buscando en todo momento reflexionar sobre de dónde vienen nuestros alimentos, qué es lo que estamos comiendo actualmente y qué es lo que preferiríamos comer. Cecilia, una de nuestras integrantes, comentaba que el taller fue una experiencia rica donde ‘hubo agua, hubo tierra, hubo fuego y el aire estuvo acompañándonos en todo momento’. En sus palabras exactas: ‘yo me encontré en la tierra, con los pies descalzos y el corazón llenito’.
Si estás en Puebla y quieres enterarte de la próxima vez que tengamos un taller así (o de muchos otros temas más), te recomendamos que nos sigas en nuestras redes sociales, para que no te pierdas de una experiencia como esta:
Facebook @refleja25N
Instagram: @refleja25n