Estos últimos días, no solo hemos sido testigos de la crisis sanitaria más prominente en todo el mundo, sino de una enfermedad más grande e invisibilizada: el racismo.
Dentro de una indignación a nivel global, el movimiento #BlackLivesMatter se hizo escuchar tras el asesinato de George Floyd, residente en Minneapolis, Minnesota, a manos de policías locales al momento de arrestarlo por causas que a la fecha forman parte de mil y un teorías sobre por qué se dio la brutalidad policial.
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Si algo es cierto es que la xenofobia y la discriminación hacia la comunidad afroamericana es prominente; reconozcamos la cantidad de almas que logró mover, incluso en México, donde tan solo en pocos días, tuvimos un suceso similar, el de Giovanni López, un joven oriundo de Jalisco, entidad gobernada por Enrique Alfaro, quien fue asesinado, víctima de agresiones por parte de policías, supuestamente por no usar cubrebocas.
En lugar de simplemente liberarlo del arresto, su cuerpo fue entregado a sus familiares, lo que desató una ola de protestas en distintas entidades del país, como CDMX, pero el problema no son las protestas, ni las pintas, ni la destrucción de estatuas y monumentos… ¿Acaso México se olvida de sus mujeres?
Melanie, una joven de 16 años, quien se solidarizó en las protestas realizadas en CDMX, fue agredida brutalmente por policías que la tiraron al piso, la agarraron a patadas y golpes. Pero por parte de la vox populi no hubo una palabra de aliento, un apoyo moral, sino el reproche de cientos y cientos de personas que la revictimizaron con argumentos como ‘¿Qué hacía ahí?’, ‘¿Dónde están los papás?’, ‘Debería estar en su casa’, ‘Algo debió hacerles, por algo reaccionaron así’.
Aquí entramos en la paradoja de un México que quiso poner una foto de color negro, pero se burló de una foto color morada, que grito muy fuerte #BlackLivesMatter, pero se burló de ‘Un día sin nosotras’, donde aplaudió fuerte las protestas y quemas de la comisaría local de Minneapolis, pero juzgó fuertemente las pintas, bardas y monumentos destruidos, bajo la premisa ‘Esas no son formas’.
Tenemos que revalorar la empatía y solidaridad que México tanto necesita, un México donde matan a 10 mujeres o más diariamente, donde caminamos con miedo, donde no nos sentimos seguras y, sobre todo, somos invisibilizadas por un sistema patriarcal que busca reprimir nuestro derecho A VIVIR.
¡JAMÁS VOLVERÁN A DISFRUTAR DE LA COMODIDAD DE NUESTRO SILENCIO!