Aunque a marchas forzadas se va ganando una mayor equidad entre hombres y mujeres, todavía falta mucho por recorrer. En la actualidad las madres trabajadoras se enfrentan a grandes obstáculos laborales, políticos y sociales, ya que no se cuenta con una perspectiva de género en cada una de estas esferas.
En el ámbito político, existe un fuerte sesgo de género. Por ejemplo, en la Ley Federal de Trabajo en su artículo 170 se otorga 84 días de incapacidad por maternidad y en su artículo 132 de la misma ley marco se dan únicamente cinco días por paternidad. Con estas diferencias, se refuerza la idea de que las tareas de cuidados están a cargo de las mujeres.
En lo social, todavía existen marcados prejuicios hacia las madres que trabajan, pues se les etiqueta como una mujer que abandona a sus hijos y no les brinda el suficiente cuidado y atención. Asimismo, al terminar su jornada laboral fuera del hogar, tiene que regresar a casa y realizar las labores domésticas y de cuidado. Caso contrario al de los hombres, cuando un padre sale al mundo laboral se le percibe como un buen proveedor, además que dedica muchas menos horas a las tareas domésticas.
En lo laboral, las mujeres sufren discriminación, acoso, la famosa brecha salarial y el techo de cristal, que no permiten su pleno desarrollo profesional y en cuanto se convierten en madres, estas desigualdades aumentan aún más. Pocas compañías cuentan con políticas corporativas en pro de las madres trabajadoras. De acuerdo con el ranking de Mejores empresas para trabajar de Mamá Godín, únicamente el catorce por ciento de los puestos de trabajo en México están ocupados por madres.
Por ello, existe una fuerte tendencia para que las mujeres, especialmente las que son madres, busquen empleos flexibles en la informalidad para equilibrar su vida laboral y sus responsabilidades del hogar, pues las políticas corporativas del empleo formal son rígidas y la mayoría no cuenta con horarios flexibles. Por lo que en México dos terceras partes de las mujeres que tienen un trabajo remunerado laboran en la informalidad, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo elaborada por el Inegi, lo que evita que tengan a acceso a servicios de salud, guarderías del IMSS, entre otras prestaciones.
También es común que las mujeres que son madres dejen temporalmente su empleo para dedicarse de manera exclusiva a cuidar de su familia, por esto, son menos las mujeres que tienen un trabajo formal en comparación con los hombres. Y cuando se mantienen en un trabajo formal se les dificulta permanecer en él para desarrollarse profesional y económicamente, pues como ya se mencionó, pocos ofrecen horarios flexibles, lactarios, permisos especiales para atender asuntos relacionados a los hijos, entre otros más, lo que provoca que las mujeres enfrenten más obstáculos que los hombres para beneficiarse de los derechos vinculados al trabajo formal.
Aideé Zamorano, Fundadora de Mamá Godín, explica al respecto:
“Las grandes desventajas a las que las mujeres se enfrentan al tener empleos informales es que carecen de derechos laborales y seguridad social, por lo tanto, ellas tienen que resolver en el día a día cuestiones de salud, cuidado de sus hijos, vacaciones, entre otras cosas, sin tener acceso a servicios públicos a los que podrían recurrir si tuvieran seguridad social”
En México se necesita reconocer legalmente que dedicarse al trabajo informal no debe ser un obstáculo para disfrutar de derechos laborales, la informalidad sigue siendo trabajo, que tiene una contribución social y económica, con la entrada de la mujer al mercado laboral formal, además de aumentar los ingresos de ellas, se puede obtener una recaudación de impuestos mayor. Según un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señaló que se obtendrían 2 mil 500 millones de pesos adicionales por concepto del Impuesto sobre la Renta (ISR).
Sumado a estas situaciones y condiciones que ya existían para las mamás trabajadoras el COVID-19 las afectó en todos los ámbitos, empeoró las desigualdades y aumentó la carga de tareas del hogar y los trabajos de cuidados, provocando que se enfrentaran a dobles y triples jornadas laborales.
La fundadora de Mamá Godín añade sobre el tema:
“Aunque el Estado ha implementado algunas políticas económicas solidarias para afrontar estos momentos, aún hay mucho por hacer para mejorar las condiciones de las madres trabajadoras”
Los derechos laborales, de seguridad social y sus beneficios para las mujeres deberían de dejar de ser un privilegio, especialmente para las que tienen trabajos informales, ya que ellas representan al 40 por ciento de la fuerza laboral mexicana, cifra que es una de las más bajas de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Al respecto, concluye Zamorano:
“Todas las mujeres merecen que se cierre la brecha salarial, que no les falte trabajo. Necesitamos un mundo con mejores oportunidades para las madres trabajadoras que permitan un crecimiento profesional, personal y familiar”
Con información de Mamá Godín
Portada: Mujer México
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