Abigail Norberto es la anestesióloga que da esperanza a las y los pacientes de COVID-19 en estado crítico.
Los infectados de coronavirus que llegan al hospital con un cuadro avanzado deben ser ingresados a la sala de terapia intensiva.
En ese lugar, a los enfermos se les coloca un tubo de respiración en la tráquea, procedimiento conocido como intubación, y son conectados a un ventilador mecánico, que se encarga de bombear oxígeno mientras la persona permanece en cama, sedada.
Sin embargo, en México, así como en otros países que luchan contra la pandemia, la esperanza de vida para estos pacientes es reducida.
#Infografía Esquema que muestra el modo de funcionamiento de un respirador artificial #AFP @AFPgraphics pic.twitter.com/a2UMgP8ZkU
— Agence France-Presse (@AFPespanol) March 22, 2020
A finales de abril, la Secretaría de Salud (SSA) federal informó que hasta el 80 por ciento de los pacientes intubados fallecían.
Este procedimiento se ha convertido en uno de los más grandes miedos para los casos más críticos, pues consideran que la muerte es inminente y ni siquiera tendrán la oportunidad de despedirse de sus seres queridos.
Debido a esta situación, el papel de Abigail Norberto en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) se ha convertido en uno de los más importantes.
Antes de la pandemia, la anestesióloga participaba en cinco intubaciones mensuales en promedio, pero desde que inició la crisis sanitaria en México esta cifra ha ascendido a 36.
Hasta el momento, Abigail ha participado en alrededor de 90 procedimientos.
Gracias a su destreza, la doctora ha sido apodada como ‘la rockstar de las intubaciones’, pues le toma solo 60 segundos llevar a cabo el complicado proceso, a pesar de lo incómodo que resulta realizarlo con el traje de seguridad.
Durante una entrevista para Reforma, Abigail Norberto explicó que su tarea no solo es estabilizar a los pacientes, sino también reducir lo menos posible la exposición al virus del equipo que la acompaña.
Además de que no siempre puede salvar a los enfermos que llegan a pedir atención médica en estado grave, para la anestesióloga ha sido duro tener que intervenir a sus propios colegas:
“Piensas ‘yo podría ser el siguiente’”
Incluso, destacó que la atención de los pacientes es un trabajo en equipo, por lo que busca proteger la integridad de sus compañeros:
“Los que se llevan las palmas y todo el trabajo del manejo ventilatorio posterior son los neumólogos. Yo únicamente me expongo a la aerosolización, un procedimiento de alto riesgo, para bajarles la carga a ellos”
Para su seguridad, la anestesióloga se somete a la prueba de COVID-19 una vez al mes, pues conoce las implicaciones de esta enfermedad, que hasta el momento ha cobrado la vida de más de 41 mil personas en nuestro país:
“Este virus le pega a todo, al sistema renal, cardiaco, además del pulmonar; entonces, hace falla orgánica múltiple. Requiere la mayoría reemplazo renal y se ponen muy graves. Eso implica que estén con medicamentos que sostienen su presión arterial, sin ellos no pueden sobrevivir”
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Con información de YouTube Grupo Reforma, Expansión Política y Kaiser Health News
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