El ideal de romance que tenemos hasta la fecha proviene de hace mucho tiempo; remontémonos a la Edad Media, donde surgió el amor cortés, que se caracterizaba por expresar aquellos sentimientos nobles y caballerescos por una mujer a través de la lírica.
Amor prohibido, murmuran por las calles, porque somos de distintas sociedades
, diría Selena, ya que en el Medioevo existía una prohibición entre el eterno enamorado y la dama o musa inspiradora, pues ella estaba casada con otro debido a los matrimonios de conveniencia.
El erotismo y la espiritualidad que inspiraba el amor cortés quedó enmarcado en la literatura de dicho periodo y poco a poco el concepto del amor fue evolucionando hasta hoy en día que se volvió un send nudes o que llevó a muchas mujeres a la muerte.
La mayoría de mujeres se quedaron con esa concepción romántica en la que deben recibir rosas y perdonar golpes por los siglos de los siglos, amén, pero ¿qué es el amor exactamente?
Según Aristófanes, el amor humano se basa en la búsqueda de un complemento y es la seducción en sí de esta conquista que hace tan especial a este concepto.
Efectivamente todos buscamos a nuestra otra mitá, que puede ser cualquier persona, desde la más cercana a la menos pensada. El humano, reacio a quedarse solo, sigue trotando por el mundo en esta investigación exhaustiva de un ser que llene su vacío existencial y entonces surge otra pregunta: ¿por qué están terminando muertas las mujeres que ‘aman’?
No es novedad que los feminicidios acechen cada rincón de este planeta, pues la Organización de las Naciones Unidas reveló que tan solo en nuestro país son asesinadas nueve o 10 mujeres al día y 137 en el mismo periodo en América Latina.
Lo más complejo de esta situación es que dos de cada tres asesinatos son perpetrados por sus parejas o familiares, como quien dice ‘el enemigo está en casa’, pero ¿qué las llevó a elegirlo como ‘el amor de su vida’?
Al comienzo de cualquier relación todo va viento en popa y lo sabemos, pero eso no debe atraparnos y deformar más la concepción errónea que tenemos sobre el amor.
La mayoría de nosotros elegimos a nuestro complemento basados en sus cualidades y poco a poco vamos descubriendo que también tiene defectos y pasa de ser la media naranja a azúcar amargo, como diría Fey; sin embargo, varias mujeres justifican los errores de su pareja debido a una falsa comprensión.
Yo pienso que tanto falso es el que promete cambiar, como el que espera que lo cumpla porque el amor va más allá de eso. El amor es libertad y conocimiento sobre uno mismo y, aunque hayas disfrutado momentos color de rosa con tu pareja, ambas partes tienen defectos inaceptables e irreversibles.
Si construyes tus relaciones sobre un castillo de arena en el dependerás de tu pareja, evidentemente le vas a perdonar todo porque estás tirando a la basura tu libertad y el romance se volverá un tormento, como le pasó tantas mujeres (caso Ingrid Escamilla) que decidieron anteponer el apego sentimental antes que su posibilidad de vuelo, metafóricamente hablando.
Las mujeres deben darse cuenta de que amor no es romance ni tampoco lo es una pareja. La individualidad es una parte fundamental de nuestra existencia y, aunque formamos parte de un todo y debemos desenvolvernos socialmente, la felicidad propia no puede depender de otro ser similar a nosotros.
Sin embargo, existen casos en los que las mujeres deciden terminar con sus parejas y ellos son quienes no aceptan la decisión de su ex (Caso Yesica Celene), lo que también habla de su dependencia emocional, pero estos para demostrar el poder que una cultura machista les ha inculcado, terminan arrancándole la vida a la que fue su compañera de vida durante algún tiempo.
No todos los casos de feminicidio son perpetrados por las parejas o los familiares, como lo mencioné en párrafos anteriores; de hecho, varias mujeres han sido asesinadas por circunstancias tan comunes como caminar solas (caso Mariana Joselín) o abordar un taxi (caso Mara Fernanda).
El principal problema al que nos enfrentamos en la actualidad es que las autoridades se den cuenta del grave peligro que corremos todas por el simple hecho de ser mujer y que impongan mayor seguridad en las calles y penas más altas a los asesinos; en pocas palabras, que hagan algo para evitar la barbarie que sigue ocurriendo y no solo se limiten a dar carpetazos o peor aún, a perder las denuncias (caso Yanelli).
Nota: los casos que ejemplifican los párrafos que escribí son solo unos cuantos de una lista de miles de feminicidios acontecidos en nuestro país.