Existen quienes afirman que hay un antes y un después de la pandemia de COVID-19. Las personas aseguran que nada volverá a ser lo mismo luego de que el humano se sintiera tan solo un pedazo de cosmos de nuevo y no el superhéroe invencible que todo lo podía, pues un simple virus microscópico puso de cabeza al mundo.
¿Será que todos revalorizaremos nuestra vida, tiempo, familia, trabajo, amistades y demás cosas que perdimos durante la cuarentena? Porque sinceramente, los que tenemos el privilegio de quedarnos en casa experimentamos una serie de emociones volátiles que cambian de lunes a domingo.
No me dejaran mentir que, durante la primera semana de cuarentena, muchos se debieron sentir aliviados y aprovecharon estos días para recuperar las horas de sueño de toda una vida, pero conforme pasó el tiempo se comenzaron a desesperar de solo ver Netflix, soñar cosas extrañas y comer papitas y refrescos. A quienes, por cierto, les fue rebien con esto de la cuarentena fue a las empresas de comida chatarra, que incrementaron sus ventas porque millones de personas están expuestos mayor cantidad de tiempo al neuromarketing de los comerciales en internet o en la televisión.
Volviendo al tema, la segunda semana seguro se la dedicaron a sentirse productivos y dejar un poco el celular, por eso se inscribieron a miles de cursos en línea y comenzaron a hacer yoga o ejercicios para ponerse en forma.
Probablemente en la tercera semana les dio un ataque de pánico, llamaron a sus conocidos y familiares, tal vez hasta creyeron que era el Fin del mundo y comenzaron a reflexionar sobre su vida y sus decisiones.
Ya en la cuarta semana le pidieron al Todopoderoso que regresara todo a la normalidad porque ansiaban regresar a esa oficina tan simple y abrumadora, que ahora parecía el mejor rincón del planeta, y querían ver hasta al limpia parabrisas que siempre les limpiaba el parabrisas a pesar de que le decían que no.
Y es que la contingencia sanitaria no solo cambió la forma de pensar de algunas personas, también disparó la demanda de algunas empresas y sirvió para la creación de otras, como la de despensas a domicilio o la de Wabi, una aplicación que te lleva hasta tu casa sin costo de envío lo que desees de tu tiendita más cercana.
El confinamiento acercó a muchas personas mayores con la tecnología digital y disparó la venta en línea, lo que adelantó la adopción del e-commerce que no se detendrá cuando finalice la pandemia pues, según el experto Rodrigo Barrientos, fundador y director de Teesd Innovación Tecnológica, el 90 por ciento de los consumidores online repite la experiencia en menos de tres meses.
El e-commerce tiene que expandirse muchísimo más, ya que durante esta cuarentena presentó problemas de logística al no poder satisfacer toda la demanda, según Barrientos en una entrevista para El Financiero:
“Hablamos de que comercios electrónicos normales han crecido entre el 15 y el 60 por ciento, pero en algunas industrias hasta el 300 por ciento”.
Por eso las empresas que ofrecen sus productos en línea deben invertir más en este rubro para poder abarcar todo el mercado posible.
Hasta la gente de la tercera edad que ahora recibe paquetes en la puerta de su casa, quienes quizá creían que era más complejo el proceso, gracias a un solo clic, también comenzarán a formar parte de esta nueva era pospandemia.
Sin embargo, ¿será bueno que todos nos digitalicemos más que de costumbre? ¿Comenzaremos a parecernos a esas películas futuristas en las que la gente vive a través de un avatar en sus pantallas y no sale a interactuar para nada?
Otra empresa que ganó debido a la COVID-19 fue la de los videojuegos, que recibió 248 mil millones de pesos (mdp) en marzo y abril, según la revista Muy Interesante, y algunos especialistas en finanzas de la consultora holandesa Newzoo esperan que las entradas producidas por eSports (deportes electrónicos) al menos en Latinoamérica alcancen los mil 400 mdp en patrocinios para 2022.
Como podrás darte cuenta, la tendencia a la evolución tecnológica es innegable, pero habrá que replantearnos el sentido de este momento crítico, pues no solo podemos enfocarnos en volver nuestra vida más sencilla a través de miles de aplicaciones que nos hacen dejar de interactuar con otros.
Sí, el prójimo a veces puede ser un ‘dolor de bolas’, como al hacer la fila en el banco, al pelearte con alguien en el estacionamiento, al ver al que te cae gordo en el gimnasio, pero todas estas vivencias son buenas para la salud mental, pues te llevan a la reflexión y sí, en pocas palabras el caótico drama del exterior es necesario para lograr un estado de plenitud y felicidad.
Texto tomado de El Diario de Finanzas.
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