Nadie creería que detrás de una de las pioneras en el liderazgo de medios de Puebla, existía una mujer insegura de dar un taller de crónica periodística.
Los nueve periódicos registrados en el Padrón de Medios de Puebla son dirigidos por figuras masculinas, entre las que destacan Benjamín Paz, Enrique Nuñez, Serafín Salazar Arellano, Oscar Tendero, pero gracias a su trayectoria y amplia experiencia Magaly Herrera se convirtió en una de las primeras directoras editoriales de un medio.
Esta mujer es, como muchas otras, una cajita de pandora que la hace de madre, esposa, directora de El Popular y dueña de dos portales especializados: La Campiña y Leviatán. Ah y casi lo olvido, tiene una sección en un programa de radio en sus días de descanso.
#FelizViernes, #Campiñeros Mientras la ciudad está en #cuarentena por el #covi̇d19 el #campo prepara sus tierras para iniciar el #cicloagrícola #2020, y así garantizar el alimento para todos. pic.twitter.com/9FiLT1KKHn
— LaCampiña (@lacampinaweb) April 3, 2020
Mientras la brisa del medio día nos despeina un poco en el café de antaño, Magaly me cuenta que ‘nomás le falta poner un puesto de barbacoa el fin de semana’, pero a pesar de esto, se dio tiempo en su apretada agenda para platicar un rato con esta servidora sobre cómo sobrelleva toda la chamba que genera un periódico impreso y digital, ser mamá de un niño y una adolescente, esposa de un escritor y no olvidar los proyectos propios.
No es la primera vez que escuchamos la premisa de que las mujeres son capaces de realizar varias actividades al mismo tiempo y de que pueden sacar adelante a su familia y qué mejor ejemplo que Magaly, quien despierta cerca de las 9 a. m. para ir a dejar a Isaac, de 4 años, al kínder en compañía de su esposo Yussel.
En un día normal, Magaly hace ejercicio y desayuna con su esposo y su hija Valeria, de 18 años, después compra comida corrida y se va a su trabajo, donde tiene junta editorial a diario para definir los temas que abordarán en el periódico El Popular.
Magaly logró que su equipo salga más temprano de trabajar, pues antes de que ella lo dirigiera, la jornada laboral terminaba hasta las 3 de la madrugada. Ahora todos llegan a casa a más tardar 01:00 a. m.
El frappé de cajeta de la cafetería y las palabras de Magaly abren un nuevo panorama en mi mente, pues a pesar de que la mentalidad millenial es un poco egoísta y carente de fortaleza en algunos aspectos, esta periodista me demostró que el trabajo en equipo es posible y su mejor consejo para lograr fue creer en el trabajo de cada quien:
“A mi no me gusta ser un director de escritorio. En el periodismo debemos presenciar los acontecimientos para no perder la realidad, así como confiar en cada miembro de tu equipo para que puedan salir adelante sin la necesidad de órdenes”.
El primer lugar del premio estatal de periodismo en Televisión (2001) por su reportaje ‘Las niñas no se venden’ manifestó su postura respecto al feminismo y a la marcha de hace dos días:
“Hace tres años me arrebataron mi celular durante una marcha feminista y desde ahí no lograba comprender el movimiento. De hecho, no me consideraba feminista. Además, nunca me ha parecido que un periodista sea activista porque esto le quita la neutralidad a su postura pública”.
Todo esto fue cambiando con el paso del tiempo, cuando comprendió que su incomprensión al feminismo se debía a una confrontación de la realidad que evadía hasta que comenzó a verla reflejada en todas las mujeres que se levantan en contra del sistema:
“Entendí que me pude ahorrar muchas discusiones con mi mamá, quien me decía que yo tenía que dedicarme a planchar y a lavar en mi casa. Ella no era quien estaba mal, era todo un sistema que la había hecho pensar así”.
Magaly suspira aliviada y le da otro sorbo a su jugo de naranja, luego comienza a explicarme que entendió y justificó el enojo de las mujeres que marchaban y pintaban con rabia las paredes, pues uno no puede realizar un juicio sobre algo que no entiende:
“Escuché a alguien decir que las marchas feministas reunían a mujeres enfermas; dañadas o lastimadas”.
Magaly casi se quedó sin aliento al explicarme que ‘nadie podía juzgar el enojo que sentían las mujeres que habían perdido a alguien’ ni tampoco su forma de expresarlo a través de rayar paredes o monumentos y agredir porque, en primer lugar, lo primero que se debería juzgar es el hecho de que pasó algo que no debería haber sucedido, como lo es cada feminicidio:
“No estoy de acuerdo, pero lo entiendo, y evito juzgarlo”.
Para esta periodista, esposa y madre, el feminismo es un proceso con múltiples errores por parte de los colectivos, la sociedad y el gobierno, y que cada mujer lo va descubriendo de manera única. “Son errores necesarios”.
Magaly no ha tenido mayor problema en desenvolverse laboralmente, pues cuenta con el apoyo de su esposo en todos los aspectos:
“Creo que la razón principal de que mi esposo nunca se queje de que no estoy en casa por el periódico o de que casi no realice tareas domésticas es porque estoy casada con un hombre educado por una mujer feminista”.
Yussel no tiene problema en encargarse de hacer el desayuno y convivir con sus hijos porque realiza home office.
Magaly aprendió a ser independiente desde joven, pues a los 21 años su madre murió y sus hermanos se fueron a vivir fuera de Puebla, por lo que se enfrentó a un mundo rudo que le permitió darse cuenta de que podía realizar su trabajo, a pesar de las ausencias:
“Críe sola a mi hija, la más grande, así que cada que me enfrento a un nuevo reto pienso que, si pude con lo que ya he podido, nada podría detenerme”.
Sin embargo, Magaly no siempre se ha sentido así de confiada y segura, pues a pesar de haber sido seleccionada por el premio internacional Nuevas Plumas por la crónica ‘Un halcón frente a la cámara’ en 2014, la periodista, de ojos profundos que contrastan con su labial rosa mexicano, afirmó que no se sentía dispuesta a dar el taller de crónica periodística que le ofrecieron en el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), donde la conocí.
Además, de ser tallerista y dirigir un importante medio poblano, Magaly tiene dos portales, como mencioné en párrafos anteriores, Leviatán, un sitio especializado en cultura y periodismo narrativo y La Campiña, enfocado en los temas del campo y la agroindustria. En ambos, Yussel se encarga de solucionar los temas editoriales y económicos que surgen a partir de las minutas de trabajo mensuales.
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— Leviatán (@leviatanweb) April 2, 2020
Puedes encontrar a Magaly un sábado, que es su día de descanso, luego de asistir al programa de radio Es Imagen, que pasa por 105.1 FM de 8 a 9 de la mañana, cultivando y reorganizando su pequeño huerto urbano en compañía de su hija Valeria y del pequeño Isaac al medio día y su esposo Yussel.
Magaly ama compartir tiempo con su familia este día, que a veces termina en reuniones familiares pintorescas o en Netflix and chill.
La directora de El Popular aceptó que las circunstancias la han llevado a enfrentar todo como viene y sentirse dispuesta a afrontar los retos y que este empoderamiento le quitó el miedo:
“No me da miedo nada, ni siquiera empezar otra vez”.
Portada e interiores: Facebook Magaly Herrera.