El confinamiento del que muchos ya estamos hartos, algunos por temor a enfermarnos, otros por aburrimiento, ha hecho que el reto de ser madre sea aún más complicado. Ya no se qué es más interminable, si el cambio de pañales o la limpieza a conciencia de toda la casa.
Decenas de progenitoras nos estamos volviendo expertas en hacer malabares para estirar el dinero ante la crisis económica que está trayendo la pandemia y hemos aprendido a ejercer nuestro papel de profesionistas desde casa, mientras alimentamos a nuestros bebés.
Mi hijo nació el 21 de marzo, dos días antes de que la COVID-19 izara su bandera en México y nos catapultara a una mal llamada cuarentena, porque hasta el día de hoy llevamos encerrados cuatro meses, por miedo a contagiarnos del virus que le ha arrebatado la vida cientos de miles de personas alrededor del mundo.
La contingencia sanitaria nos limitó las visitas. Mi hijo aún no ha podido conocer a la familia que semanas antes de su nacimiento celebró conmigo su llegada.
La presencia del coronavirus vino a cambiar completamente mi percepción sobre la maternidad. No son salidas con las amigas para presumir un nuevo balbuceo. No es la llegada de los tíos para conocer el nuevo integrante de la familia. Únicamente son paseos por toda la casa, salidas esporádicas al patio y consultas con el pediatra.
Este encierro que parece no tener fin me ha permitido descubrir lo inteligentes que pueden llegar a ser los bebés. He disfrutado por completo todos y cada uno de los días de vida de mi hijo. No sé si hubiese sido capaz de soportar un confinamiento sin un niño en casa que nos contagia de su alegría.
Sin embargo, miles de dudas rondan por mi cabeza, todas encaminadas a cómo evitar que la COVID-19 entre a nuestra casa y desmorone por completo la felicidad que ha forjado mi hijo con su nacimiento.
Hasta el momento, el uso de cubrebocas, el lavado constante de manos y la lactancia a libre demanda se han convertido en mis mejores aliados para prevenir el contagio. Si tú que me lees estás atravesando por la misma situación, quiero decirte que no te sientas sola; tu instinto materno te ayudará a proteger a tu retoño con uñas y dientes.
No olvides que en este encierro también debes dedicarte tiempo a ti, para no caer en la desesperación y evitar que el estrés se apodere de nosotras. Siéntete orgullosa de lo capaz que eres y la bella misión que tienes de ser el pilar de una familia que apenas se está formando.
Busca que durante el confinamiento vivas en un ambiente armónico y equitativo, donde te sientas valorada, apoyada y amada.
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