De acuerdo con un estudio realizado por la Fundación Pere Tarrés financiado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social en España, ocho de cada diez personas cuidadoras no profesionales son mujeres, aunque se detectan nuevos perfiles en género y edad.
Además, alertó que la emergencia sanitaria de la COVID-19 ha agravado las dificultades de las personas en situación de dependencia y de sus cuidadores, ya que en la mayoría de los casos superan los 40 años. Al parecer este caso no es particular de dicho país, pues en México se presenta una realidad similar.
El estudio titulado Calidad de vida de las personas cuidadoras no profesionales, determinó que el 52 por ciento de las cuidadoras no profesionales tiene entre 45 y 64 años y el 60 por ciento se considera la máxima responsable de la persona dependiente.
Otro punto es que el cuidado de familiares es socialmente vinculado a las mujeres; el 78 por ciento de las personas cuidadoras no cuentan con ningún servicio o prestación.
Estas cifras demuestran, para la fundación, la situación de vulnerabilidad en la que están sumidos tanto los dependientes como sus cuidadoras durante el confinamiento, lo cual ha puesto de relieve las dificultades por las que atraviesan.
El 65 por ciento de las encuestadas ve su labor de cuidados como una tarea natural, por lo que el estudio plantea que se deriva de la falta de corresponsabilidad por parte de los miembros de la familia y del Estado; así como de la reproducción de los roles de género basados en la división sexual del trabajo.
Las cuidadoras destinan una media de 14.6 horas al día a ese trabajo, dos más que los hombres cuando ejercen de cuidadores, y la mayoría se hace cargo de necesidades de higiene o alimentación.
La brecha generacional en este ámbito no es una excepción, pues el 47 por ciento de las cuidadoras que tenía trabajo dejó su empleo para dedicarse a cuidar a un familiar y sólo el 18 por ciento de los hombres siguió este camino, lo que coloca a las mujeres en una situación vulnerable.
Un factor que refuerza el hecho de que ellas tengan una peor percepción de su calidad de vida en comparación con los hombres es que un 62 por ciento se siente cansado y un 80 por ciento no se siente libre para organizar su vida.
El estudio revela que cada vez hay más hombres que se dedican a estas labores, generalmente los que se jubilan, al tiempo que aumenta la edad de las personas cuidadoras, por lo que comienza a ser habitual ver a padres envejecidos que cuidan de sus hijos dependientes.
Con información de Infosalus.com, La Vanguardia y Mujer México
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