Las maestras que también son madres de niñas o niños pequeños enfrentan duros retos con las clases en línea.
Este 15 de mayo se celebra el Día del Maestro para reconocer la labor de las y los docentes de nuestro país; sin embargo, este 2020 las y los educadores pasarán esta fecha a distancia y con más trabajo por la pandemia de COVID-19.
Para las maestras, las clases en línea suponen una carga más a su jornada diaria, pues además de atender a sus alumnos, deben lidiar con los problemas técnicos que las plataformas puedan presentar.
Por si fuera poco, el trabajo para las mujeres del sector educativo se ha multiplicado, pues algunas de ellas perdieron el servicio de guardería desde la segunda semana de marzo y ahora deben cuidar a sus hijos al mismo tiempo que intentan cumplir con sus horarios de trabajo.
Las maestras incluso se ven en la necesidad de interrumpir sus clases para atender a sus hijos pequeños, a quienes deben proporcionar material didáctico para mantenerlos entretenidos, mientras ellas intentan cumplir con su trabajo.
Esther, una profesora de licenciatura y madre de una niña, dijo que además de la multiplicación de sus labores, se ha enfrentado a la indiferencia de la institución para la que labora:
“Nadie ha tenido la sensibilidad o la comprensión de hablarle a los maestros, mandar un correo preguntando cómo van, qué necesitan, si tienen computadora en su casa, porque se asume que todos tienen computadora e internet eficiente en casa”
Por si fuera poco, pueden pasar horas antes de que el técnico de la compañía de servicio de internet aparezca cuando necesita con urgencia que se corrija una falla.
Para Elisa, madre de una pequeña en edad preescolar y maestra de licenciatura, es complicado hacer a un lado su papel como mamá cuando está desempeñando sus labores como docente:
“Es difícil porque tú estás frente al grupo en clase virtual y ni modo de desatender la clase por irte a cuidar a tu niña o de no hacerle caso a la niña porque estás dando clases”
Además, la universidad para la que trabaja aumentó el tiempo de clases, que inicialmente era de 50 minutos, y juntó a alumnos de varios planteles en un solo horario, lo que ha dificultado sus labores.
Además de los problemas técnicos con Zoom, Elisa dijo que tiene que trabajar con hasta 40 estudiantes a los que no había visto antes, lo que ocasiona problemas en la interacción.
Sin embargo, eso no es todo, pues a la extensa jornada de trabajo se suman otras labores que absorben sus horas de descanso, entre las que destacan la calificación de tareas y la preparación de clases.
Las maestras coincidieron en que algo que las ha motivado en estos momentos de crisis es la comprensión y empatía de los alumnos, en contraste con la indiferencia demostrada por los administrativos y personal académico de las instituciones para las que laboran.
Esther señaló que las clases en línea también son un reto para los propios alumnos, pues no todos ellos cuentan con las herramientas necesarias para sobrellevar el nuevo esquema de educación:
“Yo les pregunté a mis alumnos cómo están, cómo han vivido el proceso y fueron momentos muy catárticos, porque están estresados, con mucha tarea, con hermanos que también necesitan la computadora y no pueden conectarse en los horarios que requieren los maestros. Al final, me dieron las gracias por preguntarles, porque nadie lo había hecho”
Con información de El Occidental, Sin Embargo y Milenio
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