Una de las teorías de por qué se usa el color morado, es debido a la tragedia que marcó un hito en la lucha feminista de trabajadoras que realizaron protestas por los bajos salarios y sus jefes decidieron cerrar las puertas para evitar que abandonaran sus puestos de trabajo.
El incendio acabó con la vida de 123 mujeres. Se asegura que el humo que salía de la fábrica era morado por el tono de las telas que se utilizaban en la confección de las camisas.
El uso del color violeta y blanco surgió por las banderas tricolores (violeta, blanco y verde) que llevaban las sufragistas británicas a principios de siglo XX en sus manifestaciones para pedir el voto de la mujer.
Una de sus líderes más importantes, Emmeline Pethick-Lawrence, explicó por qué habían elegido estos tres colores en su lucha: ‘El morado, el color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada sufragista. El blanco simboliza la honradez y el verde, la esperanza’.
La mayoría de las manifestaciones feministas ha pintado de violeta, pero en países como en Estados Unidos, han utilizado el blanco. Por ejemplo, las congresistas demócratas, lideradas por Nancy Pelosi, aparecían en el Congreso y en el Senado vestidas de dicho color para denunciar las políticas machistas de Donald Trump.
Sin embargo, el violeta se ha extendido en todas las protestas mundiales de los últimos años por otras teorías que afianzan que sea el tono simbólico de las reivindicaciones feministas.
También se dice que es el color que nace como resultado de la mezcla del azul y el rosa, es decir, la igualdad de género: ni chicos ni chicas.
En Canadá también se han sumado al tono violeta en las protestas, pero durante décadas apostaron por el blanco para las reivindicaciones feministas.
Lo curioso es que la campaña del lazo blanco, que surgió en este país a principios de los 90, fue impulsada por un grupo de hombres que querían denunciar el silencio ante la violencia contra las mujeres después de que un asesino matara, el 6 de diciembre de 1989, a catorce estudiantes de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Montreal al grito de ‘¡feministas!’.
Con información de La Vanguardia, El País y Mujer México
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