La cultura japonesa cuenta con filosofías que nos ayudan a encontrarle sentido a nuestra vida, una de ellas es el Kintsugi.
Muchas veces, cuando rompemos un objeto nuestro primer impulso es reemplazarlo o repararlo de manera que sus grietas sean imperceptibles y parezca nuevo. Sin embargo, existe un arte japonés en el que lejos de esconder las roturas, buscan realzarlas: se trata del Kintsugi.
TE PUEDE INTERESAR:
https://soychilango.mx/cdmx/sheinbaum-y-alcaldes-buscan-atender-crisis-agua-cdmx/
¿Cuántas veces nos han hecho daño y sentimos el deseo de ocultar nuestras heridas emocionales para dar la impresión al mundo de que estamos bien, cuando la realidad es muy distinta? Nos da miedo mostrarnos como seres frágiles y vulnerables, pues tememos que otros nos perciban como personas débiles.
A pesar de lo difícil que puede ser luchar contra estos pensamientos, el Kintsugi nos invita a replantearnos el significado de nuestras cicatrices y comenzar a verlas como pruebas de fortaleza y no debilidad.
¿Qué es el Kintsugi?
El Kintsugi es una técnica japonesa de reparación de cerámica rota que consiste en unir las piezas con una resina mezclada con polvo de oro, plata u otro metal precioso. El término Kintsugi significa «unir con oro» o «reparación con oro».
La técnica del Kintsugi se originó en el siglo XV en Japón, cuando los artesanos comenzaron a reparar tazones y otros objetos de cerámica rotos en lugar de desecharlos. En lugar de tratar de ocultar las grietas o roturas, los artesanos usaban el Kintsugi para resaltar las imperfecciones y darles más belleza y valor.
El Kintsugi propone que las cicatrices y las imperfecciones forman parte de la historia de un objeto y deben ser valoradas y honradas en lugar de ser ocultadas o descartadas. También se considera una metáfora de la vida, donde las cicatrices y las experiencias pasadas pueden hacernos más fuertes y más valiosos.
El poder de reparar el alma con la resina de la reconciliación
A lo largo de nuestra vida atravesamos momentos dolorosos: nos hieren, cometemos errores y experimentamos situaciones que preferiríamos evitar.
Sin embargo, cada una de estas circunstancias nos ha enseñado algo, nos ha marcado de alguna manera y nos ha convertido en las personas que somos hoy.
Esas cicatrices y tropiezos nos han hecho mejores personas de lo que éramos ayer. En lugar de ocultarlos, podemos optar por reparar nuestras equivocaciones y con ello reconstruirnos.
Podemos unir nuestras piezas rotas gracias a la reconciliación, ya sea con nosotros mismos o con otras personas. Esto, al igual que la resina con oro, hará resaltar nuestra belleza interior y seremos como piezas de arte nuevas y únicas.
¿Cómo podemos reparar un corazón roto?
Pareciera ser que resulta más sencillo reparar porcelana rota que un corazón. Sin embargo, la restauración está más cerca de lo que crees y puedes acceder a ella si tienes la disposición.
El primer paso es perdonar, pues así sueltas lo que te hace daño y haces espacio para que nuevas cosas vengan a tu vida. Esto te permitirá encontrar esperanza en que tu corazón puede ser renovado.
Por último deberás aceptarte como una persona imperfecta. Abrazar tus defectos no quiere decir conformarte con ellos, sino trabajar para mejorarlos, sabiendo que la perfección es inalcanzable.
Sin embargo, el Kintsugi enseña que lo que nos otorga valor es nuestra resiliencia ante estos defectos.