Cuando era niña, era libre de usar mi casita de muñecas como mi pista de carreras o usar overol y jugar con varones. ¡Lo importante es el juego!
¿Alguna vez te has cachado haciendo distinción en los juguetes que ‘debería’ usar o no tu pequeño?
Cuando era niña amaba los cochecitos y la mayor parte de mi niñez tuve amigos varones. Jugaba policías y ladrones, avalancha, bicicleta, quemados, canicas, burro, fut, tazos, etcétera, y también jugaba Barbies en mi casa.
Siempre me adaptaba al juego que hubiera. Yo tenía los cochecitos que salían con los personajes de Kellogg’s y mi papá me compraba los carritos de Bimbo.
También recuerdo que a varias amiguitas no las dejaban salir con la ‘banda’ a andar en bici, pero cuando las invitábamos a jugar Barbies o a los bebés, sí las dejaban salir. O sea que por ahí había padres prejuiciosos.
En mi casa yo era libre de poner mi casita de muñecas como mi pista de carreras y nunca nadie me dijo nada sobre que estaba bien jugar con muñecas y no con carros. Usaba overol o vestidos, aunque por cierto odiaba los vestidos.
Agradezco a mis papas no haber tenido esas telarañas en la cabeza allá por los años 90. Ahora que soy madre de varones, uno de 7 y un bebé de 8 meses, somos cuidadosos con respecto a estos temas. Por supuesto que los dejo jugar con lo que ellos quieran.
Qué importante es pensar y buscar ayuda con profesionales antes de emitir un juicio para poner a prueba nuestro propio criterio. Obviamente quiero que mis hijos sean unos príncipes, pero sobre todo cultos, gentiles y sensibles.
Cuando Patricio, mi hijo de 7 años, tenía como un año, visitamos a mi hermana mayor en su casa quien es amante de Hello Kitty. Sobre su televisor tenía una Kitty bailarina que giraba; a él le llamó la atención y ella se la prestó. Él fue el más feliz y creo que hasta se la regaló.
Años más tarde mi otra hermana tenía entre sus pertenencias una muñeca Barbie y ella también, sin ningún prejuicio, se la prestaba y él la peinaba y jugaba. Al poco rato se aburría y regresaba a jugar con su pista de carros.
Lo importante es el juego, incluido jugar a la cocinita
Mi mamá siempre lo ha invitado a ayudarla al momento de preparar la comida y creo que de ahí ha nacido un gusto de Pat por la cocina. A veces hace hot cakes, pasteles, sopa y hasta ha vendido sus panquecitos.
Hace unos años, Patricio le pidió una cocinita a Santa, y surgió cierta duda sobre si debíamos considerarlo o no. Al final, al platicar en familia y con profesionales, nos dijeron que era de lo más normal, y que no debíamos quitarle la intención.
Y así fue. A casa le llegó una casita de campaña y superhéroes; a otra una bici y a otra Santa le había traído su tan deseada cocinita con todo y traje de chef. Sobra decir que estuvo muy feliz y no dejaba de jugar.
Peroooooo nunca faltan las personas prejuiciosas de las que obvio tuve que repelerlo; esas que preguntaban ‘¿Qué te trajeron?’ y él respondía todo lo que le habían traído, mencionando también su cocinita. Entonces ahí venían las expresiones desafortunadas de la gente, curiosamente adultos.
Los amiguitos o primos hasta querían jugar con la cocinita, misma que le sirvió para un proyecto escolar en el que una vez más comprobé que los niños no tienen maldad ni pensamientos retrógradas como algunos adultos.
Mi hijo se clava con las colecciones; en particular de superhéroes, entre los cuales está La Viuda Negra, que su madrina le regaló, y ahora quiere a la Mujer Maravilla para estar completo jajaja.
Después de eso ha habido muchos otros juegos y juguetes nuevos, no precisamente ‘de niño’. Disfruta mucho de los juegos de mesa, sobre todo los que lo retan, como UNO, Scrabble o ajedrez.
En casa comenzamos a asignarle desde hace tiempo deberes acordes con su edad como lavar un baño, regar las plantas, limpiar a la mascota, lavar algunos trastes, y su papá últimamente le ha enseñado a lavar su ropa interior. Obvio muchas veces ello conlleva rabietas jejeje.
Por ahí dicen que si tú dejas que juegue con muñecas, ‘el único riesgo es que se convierta en buen padre’, y por experiencia puedo decir que Patricio ha desarrollado una parte más sensible porque a su hermano lo trata hermoso.
Comencé hablando del estigma que hay en juguetes pero en realidad hace falta criar a hombres ‘autosuficientes’, es decir, que sepan que las tareas del hogar no tienen género, y que la sensibilidad y la ternura no son exclusivas de las mujeres. No digo con ello que no existan, pero cada acción ayuda a decir adiós al machismo, sobre todo abrir paso a estos niños y niñas de ahora que nos retan en todos sentidos.
Para que mañana sean personitas de bien, ayudemos a nuestros hijos a que sean lo que quieran ser enseñándoles en familia la importancia del amor a la mujer y la búsqueda de igualdad entre los seres humanos. Claro, yo siempre diré que es mejor criar en manada.
Fotos: Fernanda Romero
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