Feministas retomaron un estigma asociado a la tortura que siglos atrás llevó a la muerte a decenas de mujeres: las brujas.
Desde hace unos años la frase ‘somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar’ se popularizó entre el movimiento feminista.
Con esto se busca reivindicar la figura de la bruja como mujer libre, pensadora e independiente y no como la fea y villana del cuento.
Lo anterior, debido a que feministas que se empaparon del tema destacan que las verdaderas brujas eran mujeres generadoras de conocimiento.
La malinterpretación de su imagen se hizo porque suponían un gran peligro para la superioridad masculina, y se creía que las mujeres no debían alimentar su intelecto.
Las brujas y su historia
En la Edad Media, las mujeres plantaban hierbas medicinales y ese conocimiento se pasaba de generación en generación.
Dicha sabiduría, junto con el conocimiento del cuerpo, las fue convirtiendo en las enfermeras, curanderas y parteras de su aldea.
El señor feudal se atendía con médicos, mientras que los siervos recurrían a estas mujeres.
Las curanderas y enfermeras eran criminalizadas y acusadas de brujería, pues se decía que utilizaban un poder que no les correspondía.
Lo anterior las convertía en ‘herejes’, ya que vulneraban el sistema religioso.
Asimismo, con la llegada de la peste negra en Europa en el siglo XV, murió 30 por ciento de la población.
Ante esta situación, se instauró por parte de la Iglesia la procreación masiva como un deber con Dios.
Así, las mujeres quedaron recluidas a la esfera doméstica con un trabajo en particular: la procreación.
Este sometimiento de su sexualidad y su capacidad de reproducirse buscó criminalizar a toda aquella que anhelaba tener el control de su cuerpo.
Poco a poco se fue calumniando a estas mujeres achacándoles poderes malignos para legitimar su persecución.
En Europa, a las mujeres acusadas de brujas eran llevadas a la hoguera; en Inglaterra y Estados Unidos eran ahorcadas.
A finales del siglo XVII, en Salem, Massachusetts, más de 200 personas, sobre todo mujeres, fueron acusadas de brujería y las ahorcaron.
Las brujas como símbolo feminista
Pese a que en los últimos años las brujas fueron retomadas en el feminismo, esta figura ya había sido planteada anteriormente.
La primera feminista que sacó a la luz la historia de las brujas y en atribuirse a sí misma la etiqueta fue Matilda Joslyn Cag en el siglo XIX.
Luego, en los años sesenta surgió W.I.T.C.H (Women´s International Terrorist Conspiracy from Hell), conspiración terrorista internacional de las mujeres del infierno.
Dicho grupo se vistió de negro como las brujas y formó un movimiento de lucha por la liberación de la mujer.
En años recientes, colectivos feministas se han inspirado en estos pasos, organizando aquelarres alrededor de hogueras o fogatas ‘para que arda el patriarcado’.
Sin embargo, este simbolismo no se ha salvado de las críticas, pues hay quienes señalan que no es incluyente al señalar que pensamos solo en las brujas de la Edad Media y no en las de la Colonia.
En un artículo de Malvestida se hace la invitación a visibilizar a las miles de mujeres negras esclavizadas, acusadas de brujería que fueron torturadas y asesinadas durante el periodo de la Colonia.
Así, mientras unas reflexionan sobre las mujeres perseguidas en América Latina, otras tratan de reivindicar la figura de la hechicera en el feminismo moderno.
Fuentes: malvestida, La Nación y El País
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