¿Como les fue con las clases en casa? ¿Realmente aprovecharon el tiempo? ¿Descubrimos que el fallo no estaba en la maestra sino en nuestros hijos?
Bueno, pues aquí mi experiencia.
Di a luz a principios de este desma del COVID, y aún no indicaban que no fueran los peques a la escuela. Fue hasta cinco días después que se sugería a los padres no llevar a los niños pues ya empezaba este rollo.
Pues de los males, el menor. Confieso que yo no estaba tan a gusto este ciclo escolar, y la cuarentena a nosotros sí nos cayó como anillo al dedo en cuestión de ponernos al corriente. Y así fue.
La profesora nos envió su programa para darle los temas en lo que pasaba la pandemia y comenzamos a darle; claro sin presión, a nuestro ritmo.
Pero crear la escuelita, instalarla en tu casa no sólo implica explicar el tema, batallar con el ‘sientate’, ‘¿Puedo ir al baño?’, ‘Tengo sed’, ‘¿Todo eso voy a copiar?’ blablablá; cumplir con las tareas y mandar las evidencias a tiempo: también era hacer rutinas de desayuno, aseo y adaptar un área adecuada de la casa para que no se distrajera la criatura.
Échenle además el bebé de días, al que apenas se le está dando una rutina: La comida, la ropa, tu aseo personal… ¡Pfff!
Afortunadamente, en familia todo sabe mejor y decidimos, por invitación de una hermana, confinarnos juntitos en su hogar, para no andar regados y así ayudarnos y hacernos compañía. Esto trajo un sistema muy padre para todos.
A mi hijo se le pudo dar a modo de juego cada clase; la familia ayudó muchísimo: desde la tía que daba clases de inglés, la otra tía y tío de música; el papá que impartía matemáticas cuando descansaba; el abuelo, que ama la historia, se convirtió en su profe; la abuela, que tanto ama las plantas y habiendo sido docente en prescolar, ahora puso en práctica las clases de ciencias naturales.
El niño, gracias a todos, ya lee mejor y además ¡suma y resta fracciones! Jajajajaja así que más que una queja sobre tenerlo en casa, hemos abrazado la cuarentena.
Lo padre de esto es que NO TODO ES ESCUELA. Hemos hecho de toooooodo ¿a poco no?
Galletas, pizzas, jardinería, huevos de pascua, papiroflexia, lavado de calzoncitos, cine en casa (con todo y caja registradora y boletos de juguete), barcos de tetrapack, jugar al campamento con los muñecos, jugar UNO, cubilete, memoramas, dominó, leer, TikToks, cursos en línea, lavado de platos, fotos con filtros de Snapchat… ¡Y todavía nos falta mucho porque esto aún no termina!
En casa seguiremos con las clases. Un dato curioso es que mi hijo no sabe que ya terminaron, pero ya se acostumbró al ritmo académico fuera de la escuela.
Sí, suena cursi, pero sé que guardará todo esto que vivimos en su memoria y corazón; que le puede dar impulso para el nuevo ciclo escolar y, lo más importante: que estará preparado para desarrollarse personalmente de ahora en adelante. Está creciendo 🙁 y se nota el antes y el después.
Reitero que este ha sido tiempo de reflexionar y, para algunos de nosotros, darnos cuenta o recordar que somos sumamente afortunados por tener casa, comida, salud y personas con las que compartir la locura de esta cuarentena aunque sea por videollamadas. Los amo, familia.
¿A ustedes cómo les fue con las clases en confinamiento?
Les dejo aquí y aquí mis primeras dos columnas <3
Fotos: Fernanda Romero.