La llegada de mis hijas fue el momento más gratificante de mi vida. Y me cuesta encontrar la palabra ideal para describirlo porque engloba un millón de emociones y sentimientos. No solo nace tu bebé, renaces tú, dejas de ser la persona que eras para convertirte en todo lo que esa pequeña criatura necesite, te vuelves protectora y proveedora, porque al final nos convertimos en las responsables de una nueva vida, y de que esa vida pueda crecer y florecer.
Y qué fácil es en este camino perdernos a nosotras mismas; nos empezamos a convertir en la sombra de esa pequeñita persona, nos hacemos a un lado para que todos puedan admirar esos cachetitos y nos olvidamos de que una vez, fuimos un solo yo.
Ponemos pausa a nuestra vida, bajamos la velocidad de nuestro ritmo y dejamos de lado todos esos sueños y anhelos para ser ‘la mamá de…’; entonces llega el día en el que te ves al espejo y no eres capaz de reconocerte: el cabello alborotado, la pijama puesta, o simplemente dejas de ver ese brillo que te caracterizaba antes de que tu mundo girara en torno a alguien más.
Claro que nuestros hijos requieren atención, necesitan tiempo, afecto, cariño, calor y ese amor que solo nosotras podemos darles, pero también necesitan una mamá feliz, plena, realizada; muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de la frustración enorme que cargamos por parar nuestra vida y no encontrar el camino de regreso a lo que éramos antes de la llegada de nuestro bebé. Nos victimizamos: que si el tiempo, que si los horarios, que si la comida, no alcanza el día para nosotras, para lo que nosotras queremos y necesitamos.
Justo en esta cuarentena, la palabra CONCIENCIA se ha vuelto mi palabra favorita. Qué importancia tiene esta palabra en nuestra vida y no nos damos cuenta. Conciencia, según Google, es el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. La rutina, el día a día, la prisa, el estrés, nos hacen perder esta conciencia y comenzamos a vivir en modo play, teniendo algunos momentos en los que con nostalgia recordamos esa vida que vivíamos solo para nosotros y que a veces incluso querríamos de regreso.
Es muy importante darnos cuenta y aceptar en conciencia que ya no somos la misma persona que éramos antes de la maternidad: nuestras prioridades han cambiado y evidentemente nuestro entorno también, pero esto no implica deja de ser tu misma. No has perdido tu esencia: tus conocimientos, tu talento y tus metas siguen ahí; ponerlas un momento de lado no significa que estén perdidas.
https://youtu.be/rv8VDedyPHo
Parecería una mala broma decirles que tomemos este tiempo para empezar a hacer conciencia, reconocer quiénes somos, nuestras necesidades y empezar a hacernos cargo de nuestras emociones. La mejor enseñanza para nuestros hijos es nuestro ejemplo, y me queda claro que todas las mamás buscamos criar niños fuertes, autosuficientes y seguros de sí mismos, niños que se conviertan en adultos capaces de perseguir y trabajar para cumplir sus metas.
Seamos nosotros ese ejemplo: enseñémosles que mamá también tiene necesidades, sueños y que además de amarlos profundamente, también nos amamos a nosotras mismas. Suena imposible con este encierro, pero aprovechemos que no hay prisa, hagamos conciencia de la mamá que quieres que ellos recuerden de esta cuarentena.
Ser mamá es, en el caso de la mayoría, lo mejor que nos puede pasar en la vida, es un regalo envuelto en amor y mucha felicidad, pero que dentro lleva una carga enorme de responsabilidades, preocupación y dedicación. Sí, es real que requiere de muchos sacrificios, pero no te sacrifiques a ti en el camino, esto es solo una etapa: un día ya no te necesitará tanto, ya no dependerá completamente de ti y sabrás que ha llegado el momento de, otra vez, hacerte cargo de ti misma, de abrir el cajón donde guardaste tus sueños, tus necesidades y tus habilidades y aunque a veces con culpa, cuando te sientas plena, realizada y cómoda contigo, serás una mamá mas fuerte, mas completa y eso será lo que tu hijo verá en ti.
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