Antes de que empezara la pandemia, habíamos decidido hacer unas remodelaciones en casa, por lo que cuando supimos que las niñas no asistirían más a la escuela y conforme el trabajo fue avanzando, el polvo comenzó a invadirnos, además de piedras y trabajadores que iban de arriba a abajo, así que decidimos mudarnos a casa de la abuela.
Lo que se suponía que sería solo por unos días, terminó convirtiéndose en meses y fue hasta hace una semana que por fin pudimos volver a casa. Sí, la pandemia comenzó en marzo para los que no se acuerdan.
Romina y Luciana tienen su cuarto habilitado desde hace dos años, pero la mayoría de las veces terminaban durmiendo en nuestra cama y las pasábamos a sus respectivas camas ya dormidas. Afortunadamente las dos han dormido toda la noche desde que cumplieron un año, entonces no me preocupaba que despertaran a mitad de la noche.
Esa rutina cambió completamente en casa de la abuela; se acostumbraron a dormir siempre con ella, en su cama, o con nosotros en el mismo cuarto.
El primer día, ya en casa, estaban muy emocionadas por dormir en sus camas y así lo hicieron. Pero al día siguiente, esa emoción se esfumó y fue reemplazada por el miedo en Romina.
Luciana tiene la habilidad de dormir en cualquier momento, ambiente y circunstancia, pero a Romina le toma un rato, así que podía ver esa sensación de angustia y terror en su carita y sus ojos.
Mi primera respuesta en automático fue decirle ‘no tengas miedo; todo está bien’. Pero inmediatamente me remonté a mi infancia: uno de mis mayores temores siempre fueron la oscuridad y la soledad, y bueno, juntos eran para mí un combo mortal.
Recordé todas las veces que sentía que nadie era capaz de entender esa angustia que me provocaba el miedo, así que decidí investigar al respecto para poder ayudar a mi criatura.
Conforme los niños empiezan a desarrollar la imaginación, con ella vienen también los miedos: puede ser miedo a seres que no existen, por ejemplo fantasmas o monstruos, y aunque nosotros como adultos sepamos que no existen, para ellos es real.
Estos miedos pueden manifestarse en pesadillas o los famosos ‘terrores nocturnos’ y lo peor que como padres podemos hacer es que muchas veces, en nuestra respuesta automática, invalidamos estas emociones al decirles cosas como: ‘no hay porque tener miedo’, ‘tienes que ser más valiente’, ‘esas son tonterías
’.
Los niños lo único que buscan para combatir estos miedos es el acompañamiento de quien saben que es una figura de protección, y realmente esa es una de nuestras tareas más importantes: hacerlos sentir seguros; no sólo en los momentos de miedo o angustia.
Definitivamente es importante que ellos se sientan validados en esos momentos, usando frases como ‘entiendo que estás asustado, pero aquí estoy yo para acompañarte; yo voy a protegerte’.
Otra manera de ayudar a nuestros hijos a combatir el miedo es jugar a combatir eso a lo que le temen; sea un monstruo, fantasma o bruja, podemos jugar a luchar contra este personaje, explicando también sus características y debilidades y venciéndolo en el juego.
Podríamos también aplicarlo con un cuento; contando una historia referente al monstruo, como un personaje con emociones; quizá decir que este monstruo también le temía a la oscuridad y por eso estaba escondido en el armario.
Es muy importante que nuestros hijos sientan que sus emociones son válidas para su correcto desarrollo; estos miedos son transitorios, pero depende de nosotros también la manera en la que ellos transiten por ese proceso. Puede ser algo traumático o un camino acompañado y guiado para poder superarlo juntos.
.
Nuestros hijos están en un proceso en el que empiezan a conocer sus emociones, como el miedo. Es muy importante que les enseñemos a ponerle nombre a cada una de ellas, siempre validando lo que están sintiendo, pues esto les ayudará a ser resilientes, lo que significa que podrán adaptarse mejor a cualquier circunstancia
¿Cuántos de nosotros, adultos, carecemos de esta capacidad, tan necesaria en estos momento de incertidumbre? Algunos de nosotros ni siquiera sabemos lidiar con lo que estamos sintiendo, no sabemos cómo responder ante ciertas emociones, ni reconocemos cómo nos sentimos en ciertas situaciones.
Está en nuestras manos, como padres, ayudar a crear y criar una generación mas empática y responsable emocionalmente.
Interiores y portada: Freepick, Adobe y YouTube.