Está de moda hablar sobre la sostenibilidad, sobre el calentamiento global, sobre los cambios que las grandes empresas e inclusive nosotros hacemos día con día para ayudar al medio ambiente.
Cada día vemos, asimismo, el surgimiento de nuevas y pequeñas empresas que ofrecen productos veganos y naturales, y buscamos alternativas ecoamigables para no solo cuidar el ambiente, sino a nosotros mismos. La moda ya no es hablar sobre economía lineal, sino sobre economía circular: reducir, reutilizar, reparar y reciclar.
La economía circular afirma ser la solución para el cambio climático y la nueva alternativa que muchas empresas están poco a poco adaptando a sus productos, lo que supone incrementar la sostenibilidad ambiental al mismo tiempo que estimular el crecimiento económico; claro, utilizando nuestros valiosos recursos de manera más eficiente (Carbajal, 2020). Pero a pesar de que esto suena como la solución perfecta, tristemente, queda mucho por hacer.
Según la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Prendas de Vestir de Bangladesh, la crisis por COVID-19 ya ha provocado la suspensión o cancelación de pedidos de 982 millones de prendas, por un valor estimado de 3 mil 180 millones de dólares (Beresford, 2020).
Es cierto que aunque los consumidores hagamos un esfuerzo en preocuparnos por ayudar a nuestro planeta (ya sea comprando productos de marcas de mejor calidad que perdurarán mucho más tiempo que marcas de moda rápida o fast fashion, o ya sea comprando en tiendas de segunda mano, e inclusive rentando prendas en lugar de comprarlas), las grandes empresas también tienen que hacer cambios en sus modelos de negocios para volverse totalmente sostenibles.
Afortunadamente, marcas como Adidas, por ejemplo, están ideando nuevos productos hechos a base de materiales reciclados, como el plástico. Desafortunadamente, la moda rápida supone seguir presente, ya que es muy difícil que los consumidores nos fijemos para empezar en si el producto es sostenible o no y además, no tenemos la educación suficiente para poder identificar qué tanto afectan los productos que consumimos al medio ambiente.
Sin embargo, debemos tener claro que no solo las empresas, sino también nosotros podemos lograr el cambio. Según una investigación de McKinsey & Company, mencionada por Greenpeace, el consumidor global promedio compra un 60 por ciento más de ropa al año y la conserva la mitad de tiempo que hace 15 años.
Además, el suministro de prendas baratas está impulsando una cultura de consumo excesivo, con resultados catastróficos para el planeta. En resumen, la moda es responsable de alrededor de mil 200 millones de toneladas de emisiones de carbono a nivel mundial cada año, y las estadísticas de cambio climático de las Naciones Unidas predicen un aumento de más del 60 por ciento en las emisiones de la producción de textiles y prendas de vestir para 2030 (Beresford, 2020).
Probablemente estos datos estadísticos no sean suficientes. Y no, falta muchísimo por saber. Pero antes de continuar con más estadísticas, en realidad, ¿te has dado cuenta de que al comprar una prenda barata pero de baja calidad sale más cara a la larga?
Aun así, no solo se trata de darnos cuenta del dinero que sacamos de nuestros bolsillos para gastarlo en una prenda cuyo ciclo de vida será mucho más corto, sino también de fijarnos en el gran daño que le estamos haciendo a nuestro planeta.
¿Sabes lo mucho que estamos afectando a nuestro planeta? Johnsen (2019) lo explicó en un artículo de Business Insider de una manera mucho más fácil y sencilla:
- La industria de la moda produce el 10% de todas las emisiones de carbono de la humanidad; es el segundo mayor consumidor del suministro de agua del mundo y contamina los océanos con microplásticos
- La producción de ropa se ha duplicado aproximadamente desde 2000. Fuente: McKinsey & Company
- Mucha de esta ropa termina en el basurero. El equivalente a un camión de basura lleno de ropa se quema o se tira a un vertedero cada segundo. Fuente: United Nations Environment Programme (UNEP)
- En total, hasta el 85% de los textiles va a los vertederos cada año. Eso es suficiente para llenar el puerto de Sydney anualmente. Fuente: United Nations Economic Commission for Europe (UNECE), World Resources Institute (WRI)
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Mientras tanto, lavar la ropa libera 500 mil toneladas de microfibras al océano cada año, el equivalente a 50 mil millones de botellas de plástico. Fuente: UNEP, Ellen MacArthur Foundation
- Muchas de esas fibras son de poliéster, un plástico que se encuentra en aproximadamente el 60% de las prendas. La producción de poliéster libera de dos a tres veces más emisiones de carbono que el algodón y el poliéster no se degrada en el océano. Fuente: Greenpeace, WRI
- Un informe de 2017 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estimó que el 35% de todos los microplásticos en el océano proviene del lavado de textiles sintéticos como el poliéster. Fuente: IUCN
- En general, se estima que los microplásticos componen hasta el 31% de la contaminación plástica en el océano. Fuente: IUCN
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La industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones de carbono de la humanidad. Fuente: UNEP
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Eso es más emisiones que todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados. Fuente: UNEP
- La industria de la moda también es el segundo mayor consumidor de agua del mundo. Fuente: UNECE
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Se necesitan aproximadamente 700 galones de agua para producir una camisa de algodón. Es suficiente agua para que una persona beba al menos ocho tazas al día durante tres años y medio. Fuente: WRI
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Se necesitan aproximadamente 2 mil galones de agua para producir un par de jeans. Eso es más que suficiente para que una persona beba ocho tazas al día durante 10 años. Fuente: UNEP
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Lo anterior se da porque tanto los jeans como la camisa están hechos de una planta que consume mucha agua: el algodón
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En Uzbekistán, el cultivo del algodón consumió tanta agua del mar de Aral que se secó después de unos 50 años. Una vez que llegó a ser uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, pero el Mar de Aral es ahora poco más que un desierto y algunos pequeños estanques. Fuente: Business Insider
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El teñido de textiles es el segundo contaminante de agua más grande del mundo, ya que el agua que queda del proceso de teñido a menudo se vierte en zanjas, arroyos o ríos. Fuente: UNEP, The New York Times, The Guardian
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El proceso de teñido utiliza suficiente agua para llenar 2 millones de piscinas olímpicas cada año. Fuente: WRI
- Con todo, la industria de la moda es responsable del 20% de toda la contaminación industrial del agua en todo el mundo. Fuente: WRI, UNEP
Todo esto suena deprimente, pero sí hay soluciones. En este momento no se me ocurre mejor ejemplo a seguir que el de una defensora de la moda sostenible que desde poco antes de 2007 usa ropa de segunda mano donada y abandonada, a quien tuve la oportunidad de conocer y escuchar en una de sus pláticas: Christina Dean.
Christina Desn es la fundadora de la organización benéfica llamada Redress, una de las primeras organizaciones ambientales no gubernamentales de Hong Kong con un enfoque en la moda. Su organización benéfica vende ropa al por menor y accesorios de diseñador y de alta gama en eventos emergentes regulares en toda la ciudad.
https://twitter.com/Redress_Asia
La misión de Dean es lograr reducir el desperdicio en la industria de la moda y además ofrece charlas y seminarios tanto a diseñadores como a consumidores para que aprendamos a amar la moda de una manera más sostenible y así logremos crear conciencia sobre lo que hacemos con nuestras prendas de vestir.
Además, en 2017 fundó The R Collective para consumidores que desean comprar moda de manera sostenible. Se trata de una marca de moda con fines de lucro y de impacto social, es decir, reutilizan materiales desechados por marcas de lujo premium y donan el 25 por ciento de las ganancias a Redress (Shaw, 2020).
Personas como ella son a quienes tenemos que seguir para aprender más sobre lo que podemos hacer para lograr un mundo más sostenible.
De hecho, los consumidores nos estamos sumando: Beresford (2020) menciona una encuesta global de 15 mil personas realizada por el banco holandés ING según la cual el 61 por ciento de los consumidores estaría menos dispuesto a comprar el producto de una empresa si descubriera que se está desempeñando mal en prácticas ambientales.
Poco a poco vemos pequeños cambios que están ayudando a nuestro planeta.
Pero aunque a las empresas les falte mucho por hacer, es momento de que nosotros seamos responsables, conscientes, y nos eduquemos para cuidar nuestro entorno porque nos urge un mundo sostenible. Yo confío en que encontremos nuevas alternativas para ayudar a que nuestro planeta sea realmente más verde; si Christina Dean puede reutilizar ropa de segunda mano, ¿por qué nosotras no?
Referencias
Beresford, H. M. (2020, May 22). Fashion turns to technology to tailor sustainable solutions. Retrieved September 19, 2020, from https://www.aljazeera.com/economy/2020/05/22/fashion-turns-to-technology-to-tailor-sustainable-solutions/
Carbajal, P. T. (2020, July 17). Slowing the circular economy. Recuperado en September 21, 2020, de https://www.greenpeace.org/international/story/44079/slowing-the-circular-economy/
Johnsen, M. M. (2019, October 21). The fashion industry emits more carbon than international flights and maritime shipping combined. Here are the biggest ways it impacts the planet. Recuperado en September 20, 2020, de https://www.businessinsider.com/fast-fashion-environmental-impact-pollution-emissions-waste-water-2019-10?r=MX
RETEMA (Ed.). (2020, May 28). El papel del reciclaje en la economía circular. Recuperado en September 21, 2020, de https://www.retema.es/noticia/el-papel-del-reciclaje-en-la-economia-circular-97Bue
Shaw, G. (2020, April 6). Redress founder Christina Dean on the future of fashion. Recuperado en September 23, 2020, de https://hongkongliving.com/christina-dean-redress/
Interiores y portada: Freepick y Youtube